El Real Zaragoza parece que se va a salvar por la gracia de Dios. Por la historia. Por los títulos que embellecen sus vitrinas y el orgullo de la afición. Por lo que hagan César Láinez o Jorge Pombo, últimos y sobredimensionados iconos de la agonía popular e institucional... Porque ¿cómo va a descender a Segunda B, no me vengan con cuentos? Existe un cierto grado de preocupación amortiguado por la incredulidad en la tragedia. ¡Es imposible! En esta sintomatología de la calma tensa se reconocen las grandes catástrofes. En no prevenir, en confiar en que aquel iceberg se aparte a nuestro paso soplado por la brisa del destino. Asumir el peligro, el mayor de ellos, es aprender a combatirlo desde todos los frentes, el deportivo y el psicológico; el administrativo y el social. El equipo lleva en dirección contraria toda la temporada y a su paso suicida se jalea una plantilla ¿sin duda? mejor de lo que aparenta, suficiente, capaz y comprometida para salir ilesa de un accidente mortal. Ahora, es un punto mejor que UCAM Murcia, dos que Córdoba, tres que Rayo, Nástic y Alcorcón y cuatro que Almería, que el domingo le recibe en su campo en un encuentro de altísimo riesgo.

Para el Real Zaragoza, que va con la lengua fuera las segundas partes, no hay más futuro que ese partido frente a un rival que no va a examinar nada. Ni el mejor juego trazado por la estrategia de Láinez ni las genialidades por madurar de Pombo. Se le va a tirar a la yugular desde la antepenúltima posición sin preguntarle por su historia ni por sus trofeos, para soplarle en la nuca al final de la jornada. La trascendencia de esta cita hay que trasladarla en toda su dimensión a los futbolistas y hacérsela entender. Se le ganó al Elche muy bien en 45 minutos y se empató muy regular contra el Valladolid, dos conjuntos de finas hierbas sin apenas colmillos en sus dentaduras. El Almería también nació para tratarse con la nobleza, pero lleva tanto tiempo en los bajos fondos que ya se ha aclimatado al especial ecosistema de los suburbios. Sigue contando con jugadores de bastante nivel, pero han sustituido el florete por el cuchillo casero para luchar por la permanencia.

Sólo venciendo en este desplazamiento con inconfundible formato de batalla, el Real Zaragoza hallaría argumentos para sentirse seguro en su nada modesto objetivo de conservar la categoría. Porque en el caso contrario, la derrota, entraría en una guerra para la que no ha sido adiestrado. Mallorca y Mirandés, sus próximos adversarios están prácticamente desahuciados, pero los balares en su, seguramente, última oportunidad de reengancharse y el Mirandés en Anduva pertenecen a esa casta de balas perdidas que pueden elegir tu entrecejo. Después aparecerá el Getafe por el Municipal... "Están mas asustados en Zaragoza que yo, y ahora lo que hay que hacer es ver lo positivo. El Real Zaragoza tiene un buen equipo y he mirado el calendario y veo dificil perder con alguien", dijo Marcos Alonso en marzo del 2002, cuando se sentó en el banquillo para salvar el equipo. Sumó cuatro puntos de 21 y acabó último.

Es para estar asustados y reconducir ese respeto por la delicada situación hacia un único lugar, el de aceptar que el Real Zaragoza sólo jugará ungido por su presente, por la realidad. Sin dioses ni héroes a su lado. Almería es un paso fronterizo demasiado peligroso como para cruzarlo a lomos de un unicornio.