No hay nada que le atraiga ya de la F-1 fuera de un volante en un coche para ganar. Pero ni Ferrari ni Mercedes le van a llamar ya, no mientras Lewis Hamilton y Sebastian Vettel impongan su ley de pilotos números 1 para exigir un escudero y no un rival en el garaje de al lado. Y esa situación se alargará al menos dos o tres años más. Así que Fernando Alonso, a sus 37 años, ha puesto fin a 17 temporadas en la F-1, harto de dar vueltas con un McLaren cada vez menos competitivo y que no puede aspirar a las victorias y ni siquiera a los podios. Cuando finalice el Mundial, habrá acumulado 312 grandes premios, el segundo más longevo.

Queda muy lejos aquel 19 de diciembre de 1999 en Jerez, cuando con una cara regordeta de adolescente se subió, por primera vez, a un F-1. Era un Minardi, el premio por haber ganado el Open Nissan sin disponer de carnet de conducir. Deslumbró desde el primer día, y tiró la puerta de la F-1 cuando ganó su primera carrera en el 2003, con 22 años, entonces récord de juventud, que siguió acumulando con los dos títulos en Renault, en 2005 y 2006. Fue su gran época, el momento en que se midió y batió al más grande, a Michael Schumacher, la época en la que España se subió a su coche y disparó las audiencias de televisión e hizo de Alonso y la F-1 un fenómeno mediático como antes no se había conocido en España.

Y como sucedió con el otro grandísimo piloto español, Carlos Sainz (el padre, el bicampeón de rallys), la suerte comenzó a ser esquiva, y lo que podrían haber sido cuatro o cinco títulos, se quedaron en dos. Como Sainz, se peleó contra un inglés en una escudería inglesa, y perdió, perdieron todos. Fue aquel trepidante 2007 en McLaren, la razón por la que, a partir de entonces, nadie se atrevería nunca más a unir dos grandes pilotos con ADN de campeones en el mismo equipo. Puede que sea la razón final de su retirada, porque aunque el número de equipos sigue siendo el mismo, el de volantes se ha caído a la mitad en los grandes equipos, uno para el piloto titular, y otro para el suplente.

EL AÑO CON HAMILTON

Alonso salió de McLaren en el 2007 de forma tan traumática, tras solo un años de pelas y denuncias, que necesitó dos años de transición, de nuevo, en Renault para llegar a Ferrari, su sueño, el de casi cualquier piloto. Luchó por el título en 2010, en 2012, en 2013… estuvo a punto de ganar, pero se tropezó con la época dorada de Red Bull y los meteóricos coches diseñados por Adrian Newey, que hicieron a Sebastian Vettel tetracampeón. Fue la época en la que Lewis Hamilton dejó también McLaren para arrancar el proyecto en Mercedes que le han reportado tres títulos y un dominio absoluto en las últimas campañas.

A pie cambiado, Alonso dejó Ferrari harto de ser segundo, de no poder con los Red Bull, para embarcarse en un proyecto que unía dos marcas míticas que hicieron campeones a Alain Prost y Ayrton Senna, McLaren y Honda, además de un suculento contrato de 40 millones de euros al año. Pero resultó un fiasco en todos los sentidos, especialmente en el terreno deportivo. McLaren no es lo que era. Y después de tres pésimo años con Honda, el cambio al motor Renault, no ha solucionado nada, más bien ha puesto al descubierto que McLaren ya no es un grande, es un equipo más de la parrilla.

Y fuera de la escudería británica no hay nada para Fernando Alonso. Red Bull se unirá a Honda el año próximo, y en su política no hay lugar para fichajes externos al imponerse la cantera. Quedaba Renault, con opciones de luchar por algo importante en dos años, pero han preferido al australiano Daniel Ricciardo. Para seguir dando vueltas en un coche sin aspiraciones, Alonso prefiere centrarse en ganar la Triple Corona.