"Me llamó mi mujer para decírmelo y luego hablé con Joaquín Arnal y estuvimos llorando como niños", dice Moncho Monsalve, entrenador y maestro de entrenadores, aunque él no esté de acuerdo con esa definición. "No sé por qué narices me llaman maestro porque no lo soy, solo es que tengo ya 69 años", dice, pero lo cierto es que estuvo muchos años formando técnicos en los cursos de la federación, donde conoció a José Luis Abós. "Lo conocí cuando era un crío, antes del curso superior. Mi relación con él ha sido personal y profesional. Era un gran hombre, digno, que sufrió mucho para llegar al sitio perfecto. Sé lo que ha sufrido, lo que ha peleado y mando todo mi amor, mi afecto, a la familia y su entorno", resume.

Su relación se mantuvo a lo largo de los años, cuando Monsalve dirigió al CAI los primeros meses de la temporada 89-90 y después, mucho después. "La última vez que le vi fue en el hotel de Málaga, en la última Copa. Cuando sufrí una arritmia hace dos años, que casi me voy yo también, él me estuvo llamando y preocupándose por mí. Ahora yo también he estado al tanto de su situación a través de algunos amigos en Zaragoza, como Joaquín Arnal, y también con Willy Villar", continúa el veterano técnico que, tras sus problemas de salud, vive ya retirado en la costa de Murcia.

Para Monsalve, Abós era, entre otras muchas cosas, un ejemplo de dignidad y así lo hacía saber a quien quisiera escucharle. "Mario Pesquera lo fichó como segundo en la Copa del Rey de Zaragoza, pero las cosas no le fueron bien en el CAI. Cuando José Luis Rubio destituye a Mario Pesquera le ofrece el puesto a José Luis y él, siendo de la ciudad, estando ante una oportunidad única, le dice que él ha ido con Mario y se va con Mario. Eso es la dignidad y así lo he explicado en cursos y conferencias", explica el exentrenador.

Muchos años después, José Luis Abós pudo entrenar al equipo de su ciudad. "Entrenar en tu ciudad es un privilegio. Puedes pensar en los entrenadores más grandes y prácticamente ninguno lo ha conseguido. A mí me hubiera gustado entrenar en San Sebastián y nunca ha sido posible. Él lo consiguió, se ha ido con cinco años maravillosos en los que, junto al resto de gente del club, ha conseguido que el CAI tenga prestigio, que Zaragoza vuelva a estar entre los mejores", apunta Monsalve.

Aunque solo estuvo unos meses al frente del CAI, no olvida Zaragoza. "Siempre que voy a San Sebastián sigo la misma ruta, paso por Sagunto, Teruel y Zaragoza, siempre paro allí, guardo una gran relación de amistad con mucha gente", explica Monsalve, que hoy no podrá asistir al funeral, con gran dolor de corazón, para despedir a un amigo.