Estuvo Cristian Lobato a un paso de ser zaragocista cuando su carrera en el Barcelona B era meteórica y Agapito Iglesias le firmó un precontrato por cinco temporadas con salario de estrella en el 2013, cuando era un jugador con velocidad y regate que apuntaba muchísimas cosas con 24 años. Su lesión en la rodilla izquierda le dejó en el dique seco, acabó por romperse ese pacto con el Zaragoza y hubo una demanda en el juzgado, con petición de la totalidad del contrato (3 millones) y con un acuerdo por una cifra muy inferior que el Zaragoza tuvo que desembolsar por un futbolista que ni vistió esa camiseta y que desde la temporada pasada trata de relanzar su carrera en el Nástic de Tarragona después de que la rodilla dejara de ser una larga agonía para él.

«Lo que yo viví con el Zaragoza fue un tren que pasó y nada más. Lo veo como algo pasado y punto, llegamos a un acuerdo, no hubo juicio, que siempre es algo feo llegar hasta ahí, y está todo ya aparcado. Para mí todo aquello ya es solo una anécdota», explica Cristian Lobato, que ya jugó el año pasado con la camiseta del conjunto tarraconense en La Romareda. «Para mí el Zaragoza ya es un equipo más, es histórico y es bonito jugar allí para cualquier futbolista. En mi caso, no hay ya ninguna sensación más».

Lobato alargó su recuperación durante mucho tiempo, tuvo un paso gris por Osasuna en el tramo final de la 13-14 y tampoco mostró síntomas de volver a ser algo cercano a lo que fue en el Asteras Trípolis griego, donde firmó media temporada en la 14-15. Se quedó en el paro y Promoesport lo rescató en noviembre del 2015 para que llegara al equipo que controla la agencia de representación que tiene los derechos de Lobato.

«Está claro que la lesión de rodilla me cortó mucho la progresión, pero los futbolistas estamos expuestos a ello. Las lesiones son parte del fútbol. No pienso en lo que pudo ser mi carrera y no fue por aquello, no sirve de nada darle de vueltas. La verdad es que no lo hice nunca. En lo único que pensaba era en recuperarme y en volver a jugar», dice el extremo, decidido en el Nástic a pasar página y a tratar de, con 27 años, demostrar desde Segunda que puede tener un hueco en la élite.

De momento, el curso pasado jugó en 18 partidos de Liga y anotó un gol con la camiseta grana y, en la actual temporada, tuvo mucha continuidad para Vicente Merino y ahora fue fijo para Juan Merino cuando las lesiones se lo permitieron. Con el nuevo entrenador, una rotura en el aductor le dejó fuera en los cinco primeros partidos del 2017, pero ha sido titular en los dos últimos y hoy lo será en La Romareda.

«Cuando vino el nuevo míster estuve un mes lesionado y cuando me recuperé de esas molestias me puso, así que siento que tengo su confianza. Estoy participando, me falta esa continuidad que me rompió la lesión», explica el jugador, que acumula trece partidos de Liga y dos de Copa en lo que va de curso. Y después resume el cambio y la mejoría que ha dado el Nástic desde la llegada de Merino. «Se nota que defensivamente estamos mejor, que hemos ganado en seguridad, en esa confianza en el trabajo atrás. Y se ha notado la llegada de Achille o de Luismi. Emaná es un muy buen futbolista, de un nivel alto, de Champions. Ha sido un estímulo para el resto su regreso».

¿Y el Zaragoza, el que pudo ser su equipo, cómo lo ve? «Saldrá a morir, porque su situación es complicada. Seguro que será un partido intenso. Nombres tiene muy buenos, jugadores de mucha calidad. Yo destaco sobre todo a Cani, es un futbolista de talento y que siempre me ha gustado mucho verle jugar. Y Ángel es rápido y peligroso. Al Zaragoza, como a nosotros, le ha faltado consistencia y regularidad».