El gran símbolo del grupo de 7.45 es el Castillo de Miranda. Por eso llevan su perfil estos corredores populares en su camiseta roja junto a los dígitos que significan la hora a la que quedan a entrenar contidianamente. Estos 145 socios conocen bien el Galacho de Juslibol, Alfocea, el campo de maniobras de San Gregorio, lugares por los que se desarrollará este domingo la undécima edición de la Carrera del Ebro. En la trail de 30 kilómetros sucedió un hecho muy triste el año pasado. A poco menos de seis kilómetros para la meta se desplomó de manera súbita Daniel de la Tova. Pocos minutos después fallecía.

Este año el grupo de amigos tendrá un recuerdo para el corredor. «Daniel fue lo más y se murió a mi lado. Dani nos falta. Pero hay que seguir adelante. No podemos parar y hay que seguir haciendo lo que nos gusta», explica Charo Álvarez, que nombra a dos personas muy importante para De la Tova. «Una es Beatriz Lozano y la otra Domingo de la Torre. Este llevará el domingo el dorsal 217 con el que corrió el año pasado Daniel. Le dará fuerza correr pensando en él. Era amigo íntimo y empezó a correr tras su muerte», explica Álvarez.

El pasado domingo y con la iniciativa de Jesús Arroyo, el director de la prueba, se hizo un homenaje en el lugar en el que falleció De la Tova. Álvarez volverá a correr por cuarta vez la prueba. «No me gusta remover el tema, pero todo el año paso por el lugar donde falleció Daniel y ya lo tengo superado. La carrera será emotiva y volveré a vivir lo que no pudo terminar», explica esta ama de casa amante de la carrera a pie y que tiene dos niños.

Antonio Cabañero es uno de los fundadores del 7.45. «Dani no era socio y se apuntó a los entrenamientos porque había varios amigos en el grupo. Estaba divorciado, tenía dos niños, era próximo a la gente y le quería muchísimo. No iba forzado en la carrera, pero tomo la decisión de dejarnos en ese momento. Dos días más tarde era su cumpleaños», explica.

El grupo de 7.45 nació hace diez años del entusiasmo de media docena de personas que vivían en los barrios de La Almozara y de Ranillas. Desde entonces quedan los martes y los jueves a las 19.45 horas y los sábados y domingos a las 7.45 horas. Siempre en la parte de la Pasarela del Voluntariado de Ranillas. «Es un grupo de lo más variado con una media de edad de 40 años. Los hay que hacen una, dos o tres horas. Al que va más fuerte no le importa ir con el que va más flojo». Una de las tradiciones es tomar el café o la cerveza tras el entrenamiento. «Tras correr nos vamos al bar Zayas a charlar un rato. Casi vamos el cien por cien de los que entrenamos. Hacemos compatible el esfuerzo con la charrada», dice.

Este año disputarán la Carrera del Ebro una veintena de populares. «Ha bajado la participación este año. Esta prueba el dinero de la inscripción se destina a los gastos de la prueba. Pero la pena es que cada día es más caro correr. Por ejemplo, correr el Medio Maratón y el Maratón de Zaragoza supone casi un euro por kilómetro corrido». El grupo tiene alternativas. «El 5 de marzo hemos quedado una veintena de socios y amigos y nos montaremos nuestra propia competición en los Montes de Zuera», afirma Cabañero.