Justo un año después de hacerse cargo de la plantilla madridista en sustitución de Benítez, Zidane abre hoy el 2017 contra el Sevilla de Sampaoli, el rival al que el Madrid se impuso en agosto para levantar el segundo de los tres títulos internacionales que sumó el año pasado, la Supercopa de Europa. Tres meses después de la conquista de la Liga de Campeones y cuatro antes del Mundial de clubs levantado en Yokohama en la prórroga, tras el que confía en volver a la competición sin secuelas como las que precipitaron el desplome de hace dos años, con Ancelotti al mando, tras ganar ese mismo título.

Consciente de que su llegada se producía tras un intento descabellado de repescar a Mourinho, Zizou no dudó en aceptar el encargo que el presidente no se atrevió a ofrecerle seis meses antes, cuando optó por prescindir de Ancelotti en contra de los deseos de la plantilla, que le recibió con los brazos abiertos, pese a las dudas que generaba su discreto papel en el Castilla, con el que no logró ascender.

Cuestión de flor o no, con mano izquierda y algo más, todo le ha ido de perlas para ganar tres títulos al cabo de 40 victorias, 11 empates y dos derrotas en los 53 partidos disputados desde entonces, y con los 37 encuentros consecutivos sin perder que suma a día de hoy. Se le quedó corta la Liga, en la que acabó a un punto del Barcelona, como no deja de recordar el técnico francés cada vez que tiene ocasión.

Menos estrés

El primer rival del 2017, con el que los blancos tendrán que verse las caras tres veces en 12 días, para empezar hoy a las 21.15 horas, servirá para medir si la confianza del preparador blanco en sortear un posible bache está justificada. Al menos, asegura que para él el momento es mucho menos tenso que el año pasado por estas fechas.

«Entonces estaba un poco más estresado. Siempre entrenas un poco así, con los nervios, pero ahora menos. La presentación fue muy estresante, pero aquello pasó. No digo que el partido del Bernabéu sea el mejor para empezar, pero yo lo prefiero así, me siento bien», dijo ayer el técnico blanco, que volvió a vestirse de modesto para asegurar que no le sorprendería no ser considerado por la FIFA como el mejor entrenador del año: «Lo normal sería que fuera otro. Yo acabo de empezar y tengo que demostrar muchas cosas todavía».

Y no quiso hacer un examen de sí mismo como entrenador. «Tengo que mejorar en todo. Pensaba lo mismo como jugador hasta cuando tenía ya 33 o 34 años. Como entrenador, más todavía. No voy a decir en qué soy bueno, eso lo tienen que juzgar los demás. Lo único que digo es que tengo pasión por el fútbol, lo llevo dentro. He sentido eso toda mi vida y es lo primero que tiene que tener un jugador y un entrenador», señaló Zidane, que adelantó que hará todo lo posible por seguir dando títulos al Madrid: «Estoy contento, la verdad es que no me lo esperaba, pero espero seguir en esta línea», comentó el francés en rueda de prensa.