Carlos Moyá jugaba al tenis con la mano con su pequeño hijo Carlos, en un rincón de la sala de jugadores de Roland Garros, donde estaba concentrado el grueso de la familia de Rafael Nadal, su novia Mary, sus padres Anna Maria y Sebastián, y su hermana Maribel, junto a la mujer del extenista Carolina Cerezuela. Esperaban que se confirmara la suspensión de los cuartos de final masculinos.

Tanto Nadal como Pablo Carreño, Novak Djokovic y Dominik Thiem se habían mostrado partidarios de no jugar, después de que a las seis de la tarde aún no hubieran finalizado los partidos de cuartos del torneo femenino, suspendidos por las tormentas que obligaron a interrumpirlos en dos ocasiones, antes de que pudieran finalizar con las victorias de la suiza Timea Cacsinszky ante la francesa Kristine Mladenovic (6-4, 6-4) y de la joven letona, de 19 años, Jelena Ostapenko, ante la danesa Carolina Wozniacki, exnúmero 1 mundial, por 4-6, 6-2 y 6-2. En unos partidos que se jugaron con fuerte viento y frío por la mañana, humedad en las pistas en la reanudación y, finalmente, con el sol brillando en las pistas centrales Philippe Chatrier y en la Suzanne Lenglen.

La lluvia se ha convertido en el gran problema de Roland Garros que, actualmente, es el único Grand Slam que aún no tiene una pista cubierta para situaciones como la de ayer. El proyecto para cubrir la central es una de las asignaturas pendientes desde hace más de una década, pero siempre había chocado con la oposición de las asociaciones de vecinos del barrio de Boulogne y los ecologistas. Este año el Ayuntamiento de París finalmente ha dado los permisos de construcción de la remodelación en la que está previsto cubrir la central con un techo corredizo en el 2020. Un proyecto que, en principio, costará 340 millones de euros.

El Abierto de Australia ya tiene tres pistas cubiertas y Wimbledon y EEUU las dos centrales y un proyecto para cubrir otra pista.