Llegaron sonrientes a El Alcoraz, su estadio, y no es para menos, después de ver cómo les va en su primera temporada jugando en la Sociedad Deportiva Huesca. Y eso que no se lo esperaban, ni el guardameta Sergio Herrera ni el central Jair Amador. «Da la casualidad de que compartíamos habitación en Benasque, en la pretemporada. Hablábamos de que veníamos con el rol de ser jugadores procedentes de Segunda B y que cuesta hacerse un hueco en un equipo con experiencia», comenta el portero. Jair le secunda: «Sinceramente, no esperaba jugar tanto. Vengo de Segunda B y el objetivo es dar el máximo y, sobre todo, aprovechar todos los minutos que tenga».

Resulta que son los dos futbolistas que más minutos están teniendo en la mejor temporada, hasta la fecha, de la historia del conjunto oscense. El club apostó por el bronce y firmó oro. «El Huesca le echó valor al incorporar a jugadores de Segunda B y jóvenes, como nosotros. La rueda de jugadores de Segunda es muy amplia, pero entrar en ella es muy difícil, por lo que me siento un privilegiado», asegura Sergio Herrera, futbolista que procede del Amorebieta. Sin embargo, «no muchos tienen la oportunidad de escalar un peldaño y sabemos que es muy difícil. Ahora hay que aprovecharlo», afirma el central portugués.

A pesar de su gran rendimiento sobre el césped, ambos reconocen que tenían un poco de miedo al salto de categoría. Jair, que fichó por el Huesca procedente del filial del Levante, opina que «es otro nivel de profesionalismo. Vienes con un poco de respeto o miedo, pero creo que nos hemos adaptado bien». Herrera le secunda: «Venía con un poco de miedo. Llegas desde un vestuario de Segunda B, un poco menos profesional, en el que siempre hay buen rollo porque, al final, la gente no se dedica exclusivamente al fútbol. En un vestuario de Segunda División no pensaba que iba a haber ese buen rollo».

Trabajo y esfuerzo

Al final, el trabajo duro tiene su recompensa, y ambos jugadores son conscientes de ello. Jair recalca que «cuando seguimos ahí en el campo es que algo bien estamos haciendo. Sergio y yo damos el máximo cada semana para que el míster confíe en nosotros y, de momento, así está siendo».

El portero, canterano del Deportivo Alavés, no ha tenido un camino fácil hasta la división de plata. «Salí de Miranda de Ebro, de jugar con mis amigos de toda la vida en el Canillas, y me voy a Vitoria porque pienso que tiene una buena cantera», a pesar de estar en Segunda B en aquel momento el primer equipo. Con la camiseta del equipo vasco vivió una «noche mágica, de las que nunca vas a olvidar y que contarás a tus hijos y a tus nietos». Con 18 años, el portero debutó con el Alavés nada más y nada menos que en el Camp Nou. Fue en una eliminatoria de Copa del Rey y con tan solo 18 años. Hace año y medio decidió salir del conjunto vasco y firmó por el Amorebieta. Su gran temporada pasada le abrió la puerta del Huesca.

El caso de Jair es más sentimiental. El portugués, de ascendencia caboverdiana, fue adoptado poco antes de cumplir los seis años, una circunstancia que le permite dar «cierto valor a cosas que otro compañero quizá no le da tanto. Cualquier logro intento disfrutarlo al máximo». Sergio Herrera le da una palmada y le dice: «Muy bien hablado eso, eh». Jair esboza una tímida sonrisa.

Ese buen ambiente y su filosofía son los secretos del buen rendimiento del Huesca en lo que llevamos de temporada. «El club está trabajando muy bien, es muy cercano y familiar, y eso es lo que lo engrandece», afirma el central. El portero comenta que «es una familia», y que «por eso estoy muy contento de haber venido, porque luego lo deportivo puede salir bien o mal, pero si estás feliz a nivel personal y en el día a día con los compañeros, eso importa mucho». Al final, todo se reduce a sentirse querido.