Miguel Casaus Abadía, voluntario y presidente de Aspanoa, se aplicó como hace siempre en explicar a los medios de comunicación que EL PARTIDO que se jugará el próximo 19 de noviembre en La Romareda es la gran fuente de ingresos de la asociación. Pidió con mesura pero tesón, admirado y agradecido eternamente, que la respuesta de los zaragocistas y aragoneses en todas las ediciones anteriores vuelva a repetirse de nuevo, por tercera ocasión con el Barcelona como invitado. Fue el suyo un discurso comedido y apasionado, herido y pleno de gratitud hacia la figura de Javier Planas, personaje gigante de esta titática lucha contra el cáncer, a quien echa de menos desde que le comunicó su deseo de pasar a un segundo plano.

Su mirada amable se enciende sin embargo como la primera vez, entusiasmado por el futuro, por un proyecto incombustible por su colosal humanidad que ha arraigado con en el corazón de la sociedad zaragozana cada mes de noviembre. Casaus sólo sabe empezar. Es un embajador humilde que abandera la Asociación de Padres de Niños Oncológicos de Aragón para mejorar la calidad de vida de los pequeños y sus familias. Quiere ampliar las prestaciones, la investigación, el tratamiento psicológico para los chicos que se reincoporan tras superar la enfermedad a los estudios y encuentran muros de comprensión y aclimatación. También que se amplíe la horquilla de la edad de los afectados y que cuando los médicos oficialicen lo irreversible, los niños puedan despedirse de la vida en sus hogares y no en los centros hospitalarios.

Aspanoa es mucho más que este hombre bueno. El equipo humano que representa sostiene con firmeza esta ejemplar y magnífica empresa que ha superado los 3.000 socios. Son una familia que trabaja por y para el bien, mermada su economía por los tiempos pero incapaz de un solo reproche a sus colaboradores anteriores y presentes, en el búsqueda permanente de ingresos que impulsen sus sanas ambiciones. Por eso, acudir puntualmente a EL PARTIDO es una muestra de solidaridad, pero sobre todo un motivo de orgullo por apoyar la tenacidad de una tierra sembrada de historias heroicas. Meterle un gol al cáncer lo es, de las mayores. La Romareda espera ese día para volver a abrazar a unos y otros, igual que una gran familia que tiene a Aspanoa como uno de sus hijos predilectos.