La Base Áerea inyectó a Zaragoza una alta dosis de cultura yankee. Los militares americanos deslumbraban a la gente con sus cadillacs impolutos, mientras la música jazz y un rock and roll foráneo ponían algo de color a una época teñida en blanco y negro. Una aportación cultural que también plantó la semilla del béisbol sobre suelo zaragozano. Allá por 1988 comenzó a germinar un club de béisbol y softbol en Miralbueno que, esta temporada, ha alcanzado su punto más álgido tras ascender a la máxima categoría de este deporte.

El CBS Miralbueno celebrará a finales de temporada su trigésimo aniversario como el único estandarte del béisbol zaragozano. En los ochenta el béisbol tenía vida a orillas del Ebro, con el Halcones, Atléticos o la sección del Real Zaragoza, que tuvo una vida muy corta. «Había mucho nivel, la ciudad tenía varios equipos y se podía realizar una competición local. Ahora solo quedamos nosotros en pie», comenta Eduardo Lahuerta, presidente y jugador del club ubicado en el barrio zaragozano. Dentro del paisaje rutinario de edificios, cafeterías y arboledas destaca un escenario algo rompedor. La pista de béisbol de Miralbueno acoge seis categorías base, entre chicos y chicas de todas las edades, culminando con el equipo veterano y el sénior.

Los mayores han sido los protagonistas de la mayor hazaña del equipo zaragozano, al haberse proclamado campeones de Liga Nacional y culminar el ascenso a la máxima categoría tras vencer en el playoff. Eduardo Lahuerta, presidente y jugador del equipo, relata la dureza de la promoción: «Nos pasó como a España en el Mundial, perdimos el primer partido y nos logramos sobreponer a los elementos para acabar ganando. Jugamos la final sin presión, queriendo ganar pero sabiendo que habíamos cumplido con las expectativas». Un éxito que ha llegado fruto del excelente trato a la cantera, siempre atentos al desarrollo deportivo y a la formación personal. La mayoría de jugadores es del barrio, aunque cada vez llegan más chicos y chicas de otros puntos de la ciudad. «En el barrio, mucha gente ha tenido algún contacto con este deporte. Desde hace varios años está creciendo la actividad y las inscripciones. Ahora contamos con cerca de 150 licencias, con gente de diversas culturas y países», explica Eduardo Lahuerta.

El ascenso a División de Honor ilumina de optimismo el horizonte del club, ya que tener una plaza en lo más alto siempre es sinónimo de ampliar el margen de crecimiento. Un escenario de fantasía que necesita de un mayor apoyo de las instituciones públicas, y otras fuentes de financiación, para poder asentarse con mayor facilidad. «Pronto nos reuniremos para tratar el tema de las ayudas económicas, necesitamos un esfuerzo para poder competir económicamente acorde a las necesidades. Tenemos potencial para competir, el ascenso va a ser un punto de inflexión para el club y el béisbol en la ciudad».

La autosuficiencia del club es plena, ya que con la cuota de socios pueden garantizar la estabilidad de la entidad, pudiendo cumplir con su principal misión de crecer en torno al béisbol. Un deporte cada vez menos desconocido en un país donde parece que no hay suficientes ojos para cubrir todas las prácticas deportivas. «Estamos ante una oportunidad única. Hay que pelear para que sea el primer ascenso y el definitivo», concluye Eduardo Lahuerta.