El atletismo siempre fue la pasión infantil de Mikel García Escocia. De pequeño no se perdía las gestas de Hicham El Guerruj o los triunfos de Martín Fiz en el maratón. Era una enciclopedia andante y se conocía el más mínimo dato del atletismo internacional. En la provincia era considerado un niño prodigio y dejaba boquiabiertos a los espectadores de las carreras por su clase innata. Siguió progresando. Pero un día su cabeza se negó a seguir corriendo. «No me llevaron al Mundial de Cross siendo juvenil. Para mí fue injusto. Me pudo la presión y fue un enfado de crío», recuerda.

Pero era demasiada la atracción que tenía Mikel por el atletismo y volvió a practicar el deporte que más le gusta. Hace tres años regresó. «Soy joven todavía y puedo hacer cosas majetas», explica García, que ahora tiene 27 años. Dirigido por José Luis Mareca, la temporada pasada se embarcó en el maratón. «Debuté en Frankfurt. Me la jugué y terminé lesionado en el peroneo. Me pegué cuatro meses parado», afirma.

Este año su sueño era disputar un gran maratón. «En octubre tenía la duda de correr el Campeonato de España en Castellón. Podría haber estado bastante adelante porque se ganó con 2.23. Pero me dieron una semana de vacaciones en Mercadona y me decidí por correr en Tokio», dice el corredor del Running Zaragoza.

A tres años de la celebración por segunda vez en su historia de los Juegos, Tokio es uno de los grandes maratones del circuito mundial. Compitieron 43.000 atletas y con un nuevo circuito el objetivo de la organización era batir la plusmarca mundial de Dennis Kipruto con 2.02.57 en Berlín. Al final se logró la mejor marca en suelo japonés. Ganó el explusmarquista mundial Wilson Kipsang con 2.03.58. «La organización es impresionante. Hay un voluntario cada 50 metros, uno para cada cuatro corredores. Es decir, un total de 10.000 voluntarios».

Mikel García tiene espíritu aventurero. Se echó la manta a la cabeza y se fue solo a Tokio. «Cuando quiero algo, lo consigo. Tengo un espíritu aventurero y no me importa viajar solo. Vas a lo que vas, que es correr. Aunque en Tokio compartí habitación con Miguel Gutiérrez, un chico de La Rioja», afirma.

El presupuesto

García gestionó todo el viaje por medio de la empresa Sport Travel. «Me costó 2.500 euros y el dorsal 320». El viaje desde Barcelona con escala en Finlandia duró 24 horas. «Lo del jet lag es tremendo. Perdí en la ida 8 horas, aunque las recuperé en la vuelta». Las anécdotas se fueron sucediendo en la aventura de Mikel. «Si eres corredor los japoneses te tratan genial. Son muy amables, pero lo tienen todo planificado. Si les sacas de sus casillas se ponen nerviosos. Fuimos seis a un restaurante y tuvimos que comer en dos mesas de cuatro», explica.

Tuvo problemas con la comida. «El hotel solo incluía el desayuno. Buscaba para comer restaurantes italianos, pero las raciones eran pequeñísimas. No hay panaderias, ni pan de molde. Me lo montaba comprando galletas en el supermercado del hotel», dice.

Su objetivo era bajar de 2.25 y estuvo cerca de conseguirlo. Terminó el 91º y primer europeo con 2.25.49. «Llegué muy bien de forma. Mareca me dijo que cuando hizo 2.20 estaba peor que yo». García salió muy atrás. «Iba muy bien y al principio era cuesta abajo. No me preocupaba de nada. Pero no encontré ningún grupo y pasé el medio maratón en 1.11». Después llegó el sufrimiento. «Me sentó mal un gel. Tenía el estómago hinchado y tuve que parar tres veces. Quería hacer 2.22, aunque me llevé el premio de primer europeo», concluye.