Fermina era mucha Fermina. Se la recuerda detrás del mostrador de la tienda de bicis que Federico Martín Bahamontes abrió a mediados de los 60, tras retirarse, en la plaza de la Magdalena de Toledo. Cualquier vecino de la ciudad castellana que quisiera comprarse una bicicleta tenía que acudir al comercio de los Bahamontes y negociar con Fermina. En el 2004, Federico, o mejor dicho Fermina, cerró la tienda y hace unos años, más que por la propia edad del vencedor del Tour de 1959 (en julio cumplió 90), Federico comenzó a restringir su agenda de viajes y actividades porque no quería dejar sola a su mujer, enferma y muchas veces ingresada.

Bahamontes es el ganador del Tour vivo con más edad. Quienes corrieron con él ya hace tiempo que han iniciado otro viaje, lejos de la pasión de la bici. Fermina Aguilar y Bahamontes se casaron en la catedral de Toledo el 3 de noviembre de 1956 y han permanecido juntos durante casi 62 años. El domingo Fermina falleció a los 91 años. El funeral se celebró el pasado lunes, con Toledo de luto, y vecinos y autoridades dándole el último adiós a la esposa del 'Águila de Toledo'.

NI POR FERMINA, NI POR ESPAÑA, NI POR FRANCO

La primera referencia ciclista de Fermina aparece en el Tour de 1957. Bahamontes, que siempre quiso ser un líder, porque lo era, no le agradaba compartir galones con otros astros del pedal de la época como Bernardo Ruiz o Jesús Loroño. Por esa razón, el equipo español que acudió aquel año a la ronda francesa no fue, precisamente, un bálsamo ni tampoco un agua del Carmen, la bebida que Bahamontes tomaba, mezclada con coñac y a veces con una yema de huevo, para dar un poco más de energía a sus pedaladas.

Harto de todo, en la novena etapa, Bahamontes decide poner pie a tierra. Se quita las zapatillas y se sienta al lado de su bici. Llega Luis Puig, que era el director de la selección española y años más tarde presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI). Trata de convencerlo para que vuelva a la competición. Bahamontes se niega sistemáticamente. Esta es la conversación que refleja la historia.

Puig: "Federico, súbete a la bici".

Bahamontes: "¡No!".

Puig: "¡Por tu madre!"

Bahamontes: "¡No!".

Puig: "¡Por Fermina, tu mujer!"

Bahamontes: "¡No!".

Puig: "¡Por España!".

Bahamontes: "¡No!".

Puig: "¡Por Franco!"

Bahamontes: "¡No!".

Si Federico no se subió a la bici por Fermina, no lo iba a hacer por Franco. Á él nunca le ha gustado hablar mucho de política. Siempre ha preferido comentar la actualidad ciclista o discutir de fútbol. A los 90 años sigue sin poder entrar a un bar de Toledo que esté lleno de madridistas. Ni mucho menos llevarle la contraria cuando expone su pasión azulgrana. Aún así siempre ha presumido de un chiste que apareció en 'La Codorniz' poco después de que se viviera el más feliz (el único) de los 18 de julios; el de 1959, el día que Bahamontes certificó su victoria en París. Y, por supuesto, le entregó el ramo a Fermina, que lo esperaba en la tribuna del Parque de los Príncipes. "El Águila de Toledo saluda al Mochuelo del Pardo", quedó reflejado en la revista satírica y aquello le gustó mucho a Bahamontes.

LLAMADA TRAS GANAR EN EL PUY DE DÔME

Fue el mismo Bahamontes, en unos tiempos en los que la comunicación era complicada, que buscó desesperadamente un teléfono para poner una conferencia y hablar con Fermina. Quería que se enteresa de su propia voz que había ganado la cronescalada al Puy de Dôme de 1959 por delante de Charly Gaul, Henri Anglade y Roger Rivière, por aquel entonces la perla del ciclismo francés, el ciclista que quedó postrado a una silla de ruedas tras caer en el col del Perjuret, en el Tour de 1960, por culpa del condenado dopaje. Las manos respondían con lentitud a las órdenes de su cerebro.

Con el paso del tiempo Fermina aceptó a las hijas de Bahamontes, dos gemelas que el ciclista reconoció, aunque eso de entrar en casa y jugar con el padre, fue algo que ella nunca llevó con agrado.

Fermina murió el domingo. Bahamontes se ha quedado sin la mujer de su vida. Su memoria sigue estando intacta y es capaz de recordar sus gestas ciclistas como si hubiesen sucedido este año. En el 2013 la dirección del Tour lo reconoció como el mejor escalador en la historia de la carrera. Viajó en AVE de Toledo a Madrid, cogió un vuelo directo a Toulouse. Un coche lo recogió en el aeropuerto de Blagnac y lo llevó a Bagnères de Bigorre. Comió con los periodistas españoles. Recogió el premio y por la tarde ya voló a Barajas. No quería que Fermina pasase la noche sola.