No hay, de momento, cromos nuevos de jugadores en el Camp Nou. Pero sí, en cambio, de ejecutivos. Cromos nuevos en los despachos, aunque, en realidad, son figuras que ya han pertenecido al Barça en diferentes épocas, empeñado como anda Josep Maria Bartomeu en agitar la estructura deportiva del club. Justo ahora, en un momento extremadamente delicado, donde se configuran las plantillas profesionales y las de la cantera, el presidente ha dado un giro radical al organigrama, preocupado por la huida de los jóvenes talentos de La Masia (Mboula al Mónaco y Eric García al City), unido también a la errática política de fichajes de la pasada temporada.

Primero ascendió a Pep Segura a un cargo de nueva creación (mánager deportivo del área de fútbol), similar al que ocupó Andoni Zubizarreta. Pero con matices diferentes, al menos en el nombre. Zubi era director deportivo; Segura es mánager general. Ahora, el Barça, con el anuncio de que José Mari Bakero y Guillermo Amor dirigirán el fútbol formativo profesional (Barça B, juvenil A y juvenil B), completa ese nuevo dibujo a mitad de julio. Esa ascensión debilita, sobre todo, la figura de Robert Fernández, por mucho que el club recalcara que no le afectaba.