Una excepcional galopada del galés Gareth Bale a seis minutos del final dio el título de la Copa del Rey al Real Madrid frente al Barcelona (1-2), con un gol que entró en la historia de esta competición y en un partido con fases de superioridad alternas por parte de ambos equipos. El Real Madrid empezó bien y marcó, el Barça dominó casi todo el primer tiempo y en la segunda parte el gol de Batra y el de Bale llegaron cuando sus equipos peor lo pasaban. El remate del brasileño Neymar al poste casi al final pudo propiciar un empate que no se dio. Dio en el palo y el balón volvió a manos de Casillas. La célebre flor. Y Messi, desaparecido como las últimas semanas.

Los primeros diez minutos fueron de superioridad madridista. El equipo de Carlo Ancelotti empezó en el encuentro con más intensidad. Como consecuencia de esa dinámica, el Real Madrid se aproximó un par de veces con peligro a la meta de Pinto en los primeros diez minutos. En el 11, tras una gran jugada de Bale, Benzema y Di María, el argentino batió la meta de Pinto. Fue en una acción en la que los futbolistas del Real Madrid lo hicieron todo bien y el brasileño Alves y Pinto no estuvieron acertados, el primero al perder el balón en el inicio de la acción y el guardameta al no detener un balón en el que pudo hacer algo más.

El gol cambió la dinámica del partido, ya que el equipo de Martino se hizo con la posesión del balón y empezó a jugar cada vez más cerca de la portería de Casillas. El conjunto catalán recuperó su estilo, pero no fue capaz de crear peligro ante un Madrid que, a pesar e replegar sus líneas más allá de lo que parecía aconsejable, dio la sensación de sentirse cómodo con ese partido.

POCAS OCASIONES Esa dinámica se mantuvo hasta el descanso con opciones tímidas para el Barcelona por medio de Cesc, Jordi Alba de cabeza y un remate desviado de Messi, en una fase del juego en la que la mejor noticia para el Barcelona fue la actuación de Iniesta. El Real Madrid salía poco a la contra, pero cuando tenía la opción de hacerlo se mostraba como un equipo rápido y con las ideas muy claras, aunque apenas dispuso de más ocasiones que la de un remate desviado de Isco.

Cuando el partido llegó al descanso, al Barcelona le había faltado que su dominio fuera acompañado de más claridad en ataque y al Real Madrid control del balón y llegada: algo más que intensidad y esfuerzo en defensa. La segunda mitad dio comienzo con la salida de Jordi Alba lesionado y la entrada del brasileño Adriano y con un Real Madrid cambiado respecto a la primera parte. Volvió a jugar como al principio, dispuso de dos ocasiones por medio de Bale y provocó que el Barça viviera sus peores momentos.

La posesión del equipo barcelonista no se reflejaba en la creación de peligro. Necesitaba el gol, pero era el Madrid el que más lo buscaba. Mediado el segundo periodo el partido ya se parecía poco al del primer tiempo, ya que los blancos eran cada vez más protagonistas, con capacidad para recuperar el balón y neutralizar la creatividad rival.

Pedro entró por Cesc y poco después el árbitro anuló un gol al Real Madrid de Bale a instancias del juez de línea. Justo en la jugada siguiente y cuando peor lo pasaba el Barcelona, Bartra remató un córner de Xavi de forma impecable para establecer el empate a uno en una acción aislada y muy poco habitual en el juego barcelonista.

El tanto reanimó al Barcelona y el Real Madrid se sintió excesivamente castigado. El marcador registraba un empate en un encuentro en el que el equipo madrileño podía haber metido el 2-0. Reanimado el Barça, los hombres de Martino recuperaron el dominio de ante un Real Madrid que volvió a cifrar sus aspiraciones en el contragolpe y que pudo marcar en buen remate de Modric (m.80) que dio en el poste.

El 1-2 llegó en una excepcional jugada de Bale, que recorrió 60 metros por la izquierda, en la que desbordó a Bartra, que parecía no avanzar, y como una bala se plantó ante Pinto, al que batió por bajo. El Barça pudo empatar en el minuto 88, pero el remate de Neymar dio en el poste. El Madrid sepultó una era azulgrana con un gol de un caballo ganador.