Llueve sobre el Barça sin parar desde que el PSG le sometiera a una tunda que sacudió todas las estructuras del club. Desde el entrenador (Luis Enrique, que lleva días y días encerrado en su despacho buscando soluciones) al presidente (Bartomeu, quien por mucho que ande por China explorando mercados no se le va de la cabeza aquella derrota) pasando, por supuesto, por la estrella. Leo Messi hizo un viaje fugaz a Egipto para cumplir un compromiso ya anulado tras el desastre parisino, atormentado por esa goleada, que le dejó sin ganas de celebrar penaltis decisivos.

Llueve sin parar sobre el Barça, aunque, al menos en la Liga, no con tanta fuerza y virulencia como en Europa desde que el Valencia demostrara el miércoles que el Madrid no es todo lo fiable que se creía. O, al menos, no tanto como hacían ver. Esa depresión profunda que se instaló en el vestuario tras las heridas abiertas de la Champions ha dado paso a un aire de esperanza si el Barça es capaz de ganar en el Calderón.

LIDERATO PROVISIONAL

Tras una semana realmente atípica después de los dos días de fiesta que concedió Luis Enrique a la plantilla, el Barça ha aprovechado estas últimas horas para preparar un duelo decisivo. Un partido ante el Atlético que, quizá, valga una Liga. En realidad, sería un domingo que puede aclarar mucho el título. Se juegan dos partidos decisivos. En lo bueno y en lo malo, condicionado, además, por lo que ocurra antes en el Calderón (16.15 h.), que tendrá incidencia directa en lo que suceda luego entre el Villarreal y el Madrid en feudo levantino (20.45 h.). Un domingo que dará luz a la Liga.

Pero todo pasa porque el Barça, como reclamó Piqué y sostienen también los técnicos, sea, de nuevo, «reconocible». Después de esa desconexión mental que realizó Luis Enrique con sus jugadores, toca resetear las líneas maestras de un equipo que ha ido perdiendo en el camino, y detalle a detalle, sus rasgos más esenciales.

A ello se ha dedicado el técnico y la plantilla, consciente de que la derrota de Mestalla les abre un horizonte nuevo para reengancharse a la Liga, que serviría, además, como empujón anímico de cara al inmenso desafío de superar el 4-0. Luis Enrique tiene sobre todo dudas en la medular, donde André Gomes no está dando el nivel esperado.