El final de Neymar en el Barça se consumó con un último episodio que anunciaba la continuación de la serie con un cariz más judicial que deportivo, a diferencia de lo que ha sucedido hasta ahora.

El club ha cobrado los 222 millones, pero, incapaz de sobreponerse a tan dolorosa pérdida, denunciará al futbolista a la UEFA por pretender un divorcio sin mutuo acuerdo. Neymar abandona los colores azulgranas del Barça por los del Paris Saint Germain, que lucirá a partir de este viernes y durante las próximas cinco temporadas.

Neymar ya no pertenece al Barça cuatro años y dos meses después del día en que fue presentado en el Camp Nou ante 56.000 espectadores. Los representantes del futbolista viajaron a Madrid para depositar en la Liga de Fútbol Profesional (LFP) los 222 millones, pero no se los quisieron cobrar, a instancias del club azulgrana, que había alertado de la quiebra del fair play financiero del PSG, y el celo que de la patronal en amparar a su asociado. Javier Tebas, el presidente, se había alineado con el Barça y dejó ordenado en su ausencia -parece ser que desde su retiro vacacional de Santo Domingo- que nadie firmara el acuse de recibo del histórico talón.

Pago en el Camp Nou

Frustrado el viaje a Madrid por los cinco representantes de Neymar, la comitiva voló a Barcelona para entregar el cheque en las oficinas azulgranas. El club no tendría motivos para rechazarlo, ya que el contrato estipula que el pago de la cláusula permite al futbolista la rescisión "unilateral" de su contrato.

El mismo Òscar Grau (director ejecutivo) que el día anterior había comunicado a los Da Silva que retenía los 25 millones del segundo plazo de la prima de renovación (porque el contrato no se cumplirá), asumió el cobro de los 222 millones, convertidos desde ya en una cifra emblemática e histórica en el fútbol mundial.

Los representantes legales de Neymar, a su llegada a las oficinas del Barça para pagar la cláusula. / QUIQUE GARCÍA

Sin agradecimiento

Inmediatamente después de guardar a buen recaudo la pasta -el documento podría ser expuesto algún día en el museo del Camp Nou-, el departamento de comunicación escribió una nota con los hechos producidos y que se producirán.

"El club trasladará a la UEFA los detalles de esta operación para que se depuren las responsabilidades disciplinarias que puedan derivarse de este caso". Ni una línea de agradecimiento ni de gratitud ni de buenos deseos para el futuro como suelen dedicarse protocolariamente a deportistas que han dejado mucha menos huella.

Un cierto dolor, trufado con gotas de despecho, anidaban en la nota barcelonista, tal vez en consonancia con la falta de sensibilidad de Neymar para evitar el sufrimiento de los culés y la erosión de la imagen del que era su club.

La competencia desleal

Al Barça solo le queda el pataleo de denunciar la competencia desleal porque un club con un presupuesto inferior recibe una inyección extraordinaria, ajena al deporte, de Qatar, su antiguo espónsor, para más inri, para arrebatarle a una de sus estrellas. A quien debía ser el sucesor de Messi. Neymar lucirá el 10 en el PSG, cedido por Javier Pastore, un argentino.

El Barça y Neymar se separan, pero seguirán unidos por las ataduras judiciales. Igual que el primer día. Queda el caso DIS (denuncia a ambos por estafa), queda la prima retenida de los 25 millones y la cita anunciada en los tribunales europeos por la cláusula.