El Barcelona tuvo que emplearse con una paciencia infinita para superar a un Olympiacos aguerrido en defensa pero casi nulo en ataque, que encajó un 3-1 a pesar de jugar con uno más tras la expulsión de Piqué en el último tramo de la primera parte (min.42). El Barça jugó a medio gas y con mucha pausa, ya que temió que el partido se iba a disputar en el campo del rival, donde se encontró una muralla defensiva que convirtió en tedioso el choque en ocasiones.

La primera parte fue un monólogo del Barcelona, que se sintió muy impotente en las inmediaciones del área griega, donde el técnico Takis Lemonis apostó más por evitar la goleada que otro objetivo. Viviendo en el último tercio de campo, el Olympiacos se olvidó del área azulgrana, ni cuando en el 18 Nikolaou se marcó un gol en propia meta (1-0). El Barcelona empujaba, pero no resolvía. Piqué, que vio una amarilla en el 11 por atajar en la banda un contragolpe, acabó expulsado en el último tramo de la primera parte cuando marcó con el brazo derecho, en una acción que vio el juez de la línea de gol. El Barça jugó con diez toda la segunda parte, pero le bastó. Messi y Digné cerraron el partido.