El clásico pertenece ya a la historia. Para Luis Enrique, también. Hay partidos que trascienden. Y el 0-4 del Bernabéu quedará para siempre como el recuerdo del Barça de los centrocampistas, el doblete de Suárez, las venenosas picaduras de Neymar y, sobre todo, por la tarde en que Iniesta, "un patrimonio de la humanidad", según el técnico asturiano, abandonó Madrid ovacionado, convertido en el símbolo del triunfo de un estilo. Pero Luis Enrique no tiene tiempo para detenerse en tan memorable goleada.

Aguarda la Roma (20.45) y, sobre todo, la necesidad de conquistar el primer puesto en la Liga de Campeones para tener la vuelta de los octavos en el Camp Nou. "Hemos hecho muy buenos partidos la pasada temporada, hicimos mejores. Pero es contra el Madrid y en su estadio, por eso adquiere mayor notoriedad", explicó Luis Enrique. "Hace unos meses ya dije que el halago debilita", sentenció el técnico, quien confía en que el equipo italiano dirigido por Rudi García "juegue más abierto en el Camp Nou".

Huir del halago, esa es la consigna que ha lanzado el jefe a sus jugadores, para no dejarse arrastrar por esa ola de elogios que ha provocado un resultado que se mide desde el sábado en los libros de historia y no en la clasificación. Y la plantilla lo entiende a la primera. "El equipo es suficientemente inteligente para saber que no hemos conseguido nada", aseguró el entrenador gijonés.

LA PORTERÍA A CERO El Barça no solo deslumbró en el Bernabéu por su capacidad ofensiva (cuatro goles) sino por su fiereza defensiva, sostenido siempre por las prodigiosas manos de Bravo. En el último mes, el equipo de Luis Enrique solo ha recibido un gol en siete partidos, aunque ante la Roma no estará Mascherano, lesionado el sábado.

Sin el argentino se abre una puerta para Bartra, el quinto central para Luis Enrique. Así lo considera el técnico, a pesar de que no lo haya dicho abiertamente ni ha dado explicación alguna, pero con sus decisiones lo deja claro.