Un taconazo le envió al quirófano. Un simple gesto técnico acabó con Ousmane Dembélé, el fichaje más caro de la historia del Barça y el segundo del mundo tras Neymar, camino del quirófano al sufrir una grave lesión muscular. Tan grave que el delantero será intervenido esta semana en Finlandia por el doctor Sakari Orava, el mismo que operó, entre otros, a Guardiola hace casi 20 años o más recientemente a Vermaelen. Dembélé tenía el balón controlado, pero dio el taconazo para Luis Suárez y se quebró, aunque nunca pudo intuir que podría ser tan grave como «la rotura del tendón del bíceps femoral del muslo izquierdo», que diagnosticó ayer el Barça. Taconazo y cuatro meses de baja. O sea, sin Dembélé hasta el 2018.

Al técnico le toca encontrar alternativas tácticas para que el equipo no se resienta (Deulofeu es el gran favorito), mientras Dembélé vivirá en silencio un drama. Un auténtico drama. Ni un partido completo ha jugado de azulgrana cuando corría por la banda del Coliseum Alfonso Pérez disfrazado entonces de extremo izquierdo. Hacía pocos minutos que Valverde lo había cambiado de banda para agitar un equipo amodorrado en la primera parte. Se echó inmediatamente la mano al muslo, consciente de que estaba roto.

Roto se quedó tras vivir su primera lesión como profesional. Tuvo unos problemas físicos en la cadera a inicios de este año, aún en el Dortmund. Pero coincidieron con el parón invernal de la Bundelisga, por lo que no se perdió ni un solo partido. Es más, en el retorno a la competición (21 de enero) apareció como suplente en el triunfo sobre el Werder Bremen (1-2). Apenas estuvo 10 días de baja. En el Rennes, en cambio, no padeció ningún percance.

«Esperamos que no esté mucho tiempo», dijo Valverde justo tras ganar al equipo de Bordalás sin saber entonces que tendría que reconstruir al Barça sin Dembelé en los próximos cuatro meses. Al menos, se perderá 20 partidos, lo que dificultará todavía mucho más su ya de por sí complejo proceso de adaptación. Complejo porque venía de un verano tortuoso donde se declaró en rebeldía con el Dortmund, pendiente de que se desencallaran las negociaciones con el Barça. Estuvo dos semanas sin entrenar, lo que complicó su preparación física. De la euforia por su presentación, donde explicó que no se sentía nada presionado por el precio, pasa al abatimiento por una grave lesión.