El Barça vuelve al Calderón (16.15 horas) -esta vez en la Liga- y el Madrid viaja para enfrentarse al Villarreal (20.45 horas). Cuatro de los seis primeros en la Liga se enfrentan entre sí. «No es una jornada clave», proclamó ayer Luis Enrique, restando trascendencia a la delicada visita que afronta el Barça. No solo porque quedarán 14 jornadas a partir del próximo lunes, sino porque el entrenador azulgrana cree que el nivel de los equipos, incluso el de aquellos que no pelean por el título, es muy parejo.

«Se pueden perder puntos en cualquier jornada; nos ha sucedido a nosotros y les puede suceder a los demás», dijo Luis Enrique en una hipotética alusión al Madrid, que sucumbió en el partido atrasado del pasado miércoles en Mestalla, desperdiciando así la oportunidad de poner tierra de por medio respecto al Barça. La distancia es de un punto, aunque los blancos tienen un partido menos: en Balaídos, ante el Celta.

Lejos de ver a un Luis Enrique algo más optimista después de haber digerido el trago de París (4-0) en la Champions, la decepcionante victoria sobre el Alavés (2-1) y el tropiezo blanco, el entrenador azulgrana se mostró indolente en la sala de prensa. Si la cara de Luis Enrique fuera el espejo del alma del equipo, el culé tendría motivos para ser pesimista.

La actitud del entrenador, sin embargo, no tiene incidencia alguna con lo que suceda en el Manzanares. Los azulgranas se enfrentan a un rival agrio y malcarado, conscientes de que se les presenta la oportunidad de reengancharse a la Liga manteniendo la presión sobre el Madrid.

Con frases cortas encadenadas de tópicos, tales como «el objetivo es hacer un gran partido y sumar los tres puntos», Luis Enrique despachó en 11 minutos una rueda de prensa con 19 turnos de preguntas. No contestó las que tenían que ver con el estado físico de Mascherano y Arda Turan, remitiéndose a la convocatoria tras el entrenamiento. Ninguno de los dos nombres apareció en la lista de viajeros. En cambio, estaba el de Sergio Busquets.