Nunca fue fácil sellar la paz en ninguna guerra y tampoco lo será en el Barça. Ni siquiera cuando el club anda en una fase álgida de su historia ni tampoco con la intervención de un árbitro neutral a cuyo veredicto se sometieron para que impartiera justicia. La sentencia del juez José Manuel Martínez Borrego en la acción de responsabilidad no ha servido para que volviera la concordia entre dos facciones: la que encabeza Joan Laporta al frente de los 17 exdirectivos demandados, y la de Josep Maria Bartomeu, el actual presidente y sucesor de Sandro Rosell.

El jueves, el expresidente se proclamó ganador al conocer la sentencia y emplazó a la actual junta a dar un paso para la invocada paz social evitando un recurso y retirando la querella, otra, que afecta al exdirector general Joan Oliver. Bartomeu no atendió ninguna de las dos peticiones. Tal vez ofendido por las palabras de Laporta, anunció ayer que el Barça recurrirá la sentencia ante la Audiencia Provincial, disconforme con el fallo del magistrado porque en tres de las once consideraciones que expuso en la sentencia eran desfavorables a la entidad. "El club no mintió ni maquilló las cuentas ni las tergiversó", replicó.