Los signos que indicaban que el Barcelona no andaba fino irrumpieron ayer en la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones contra el París Saint-Germain, que desarboló a los azulgranas (4-0) y les condenó a una remontada épica en el Camp Nou para poder jugar sus décimos cuartos de final consecutivos. Sin ritmo, sin personalidad, sin recursos, sin la aparición de sus estrellas, el equipo español fue intrascendente ante un pletórico PSG, muy superior en cada línea, sustentado en un enorme Matuidi en el centro del campo y con un Di María que se marchó con un doblete completado por un tanto del alemán Draxler y otro de Cavani.

Al fin pudo sonreír Unai Emery en un duelo contra el Barça. En 23 partidos anteriores solo le había ganado una vez, con el Sevilla. En el 24 le propinó una sonora goleada que infla su crédito en París y le convierte en favorito para jugar, por quinto año consecutivo, los cuartos de final. Fue un triunfo sin contemplaciones, con una enorme superioridad de los locales, que anestesiaron al tridente, durmieron a Messi y convirtieron al Barcelona en un equipo menor.

Solo Ter Stegen mantuvo al Barcelona en pie, pero a merced de los ganchos, de que llegaran esos golpes que te derriban a la lona. Y esos no llegaron por la derecha, aunque era por ahí, por la zona que defendía Sergi Roberto, mal asistido por André Gomes, por donde sangraban los azulgranas. El primer golpe llegó en una falta de Di María. El dominio del equipo francés tenía su premio y el Barça se tambaleaba. Tiró de orgullo el equipo catalán, más de garra que de calidad, para equilibrar el juego, para pisar el área de su rival y sacar golpes suaves, mansos, casi amistosos el día de los enamorados. Solo André Gomes dispuso de una clara oportunidad de igualar, pero el portugués no supo aprovechar un genial pase de Messi.

Fue un espejismo, un intento fatuo de armar el brazo ofensivo azulgrana que dejó descuidada la defensa, a disposición de los balazos locales. Cuando faltaban 5 minutos para el descanso, Messi perdió un balón frente a Rabiot en la zona peligrosa y el parisiense, como una exhalación, acertó a servir a un Verratti, que vio solo a Draxler en la banda derecha. El alemán no tuvo piedad de su compatriota Ter Stegen.

No cambió el guion en la reanudación. En el minuto 55 volvió a golpear Di María con una rosca que encontró una escuadra de Ter Stegen. Ya nada parecía que podía ser peor para el Barça, pero faltaba el gol de Cavani, que no se pierde una cita con el tanto y no iba a hacerlo en una noche mágica en la que, además, festejaba sus 30 años.

Era el día de los enamorados y la felicidad absoluta para los franceses. Umtiti pudo reducir las distancias en el minuto 84, pero su cabezazo se estrelló en el poste. Poco más hizo el Barça para tratar de salvar su eliminación en octavos de final.