El Real Zaragoza depende de un milagro para seguir en la élite, pero cada victoria supone un haz de luz, una esperanza. Lo fue la lograda en Cornellá-El Prat, después arruinada contra el Betis y en Málaga, y también el agónico e inesperado botín conquistado ante el Villarreal. El problema ahora es darle continuidad teniendo en cuenta que al equipo, colista y casi desahuciado, se le agotan las balas y se le estrecha el margen que tiene, muy reducido, por no decir mínimo. Ganar en Anoeta a la Real Sociedad hoy supondría un billete para soñar con una quimera que se vio imposible y que sigue estando muy lejos, demasiado. Tanto como lograr 8 triunfos en los 13 partidos que restan. Y este Zaragoza solo ha firmado 4 victorias en 25 jornadas y solo dos en las últimas 18. Esa es la cruda realidad sobre las posibilidades zaragocistas.

Por si el Zaragoza ante el Villarreal había ganado en confianza, que lo hizo, o en moral, que también supuso un plus, Agapito Iglesias se encargó de aumentar la tensión en un club caótico. Como ha hecho desde que llegó, el soriano vive al margen de todo. Solo desde ahí se entiende que decidiera plantear el órdago del anuncio oficial de la venta del club, que habrá que ver si está dispuesto a realizar, dos días después de que el equipo abriera un tímido margen para la esperanza en la salvación. Por si quedaban dudas, así es el presidente...

ORGULLO Y CARÁCTER Ganar al Villarreal no tuvo muchos argumentos futbolísticos y sí más de carácter y de orgullo. Aun así, en la mejoría que ha vivido el Zaragoza con Jiménez el paso pendiente es afianzar un bloque más solvente, lo que no parece fácil dado los mimbres de una plantilla y sobre todo su descompensación en la zona de atrás, donde el eje sobre todo es casi un Expediente X. Jiménez ha esperado a Lanzaro, que quiere jugar y, salvo recaída, jugará y no cuenta hoy con Paredes, sancionado e improvisado y poco efectivo central en otros partidos. El eje es el talón de Aquiles y que en enero no se fichara ni un central --el técnico pidió dos-- es una muestra más de la irresponsabilidad como gestor de Agapito y del deterioro como club del Zaragoza, incapaz de convencer a muchos jugadores de nivel para que vengan.

Si vence en Anoeta y el Sporting cae después en casa contra el Sevilla, el cuadro aragonés dejará la posición de colista que ha tenido las últimas 12 jornadas. Otra razón más para ganar. En todo caso, argumentos no le faltan a un equipo hundido, con mil problemas en las oficinas y en el césped y que puede convertir la recta final de la Liga en una agonía sin nada que jugarse, solo dejar pasar los partidos antes de sellar el pasaporte a Segunda. Se trata de evitar eso, de aumentar el grado de vida, de ganar en autoconfianza, de vencer al estado más o menos devorado que preside el grupo y de enlazar por primera vez en este curso dos triunfos seguidos. Y ya si se juega un poco más al fútbol...

La Real Sociedad de Montanier es uno de los tres equipos que han caído ante el Zaragoza en este curso. Cuando salió derrotada de La Romareda el 16 de octubre de verdad que a muchos les pareció que apuntaba a Segunda. Lo que cambia el fútbol en unos meses. Es un equipo con calidad arriba, con un buen proyecto como club y, sobre todo, con muchos jugadores más que identificados con esa camiseta, porque han salido de su cantera. En total, hasta 16 de los que están han pasado por el Sanse. Igual que en el Zaragoza... Ese factor influye. Y mucho. Con 30 puntos y una cierta solvencia en casa (19 puntos y solo tres derrotas), allí se ve el partido casi como el pasaporte definitivo para la salvación. Pero para el Zaragoza es solo un billete para ganarse un derecho a soñar.