Sucedió hace un mes. Fue en las laderas del Pico Collarada, la montaña de 2.883 metros de la Jacetania. Raúl Criado fue el protagonista. El deportista de 22 años que reside en Canfranc batió el récord del mundo de descenso de mil metros. Desde la cima de la montaña hasta La Trapa, entre chimeneas, pedrizas, bloques, praderas y senderos, Criado tardó un tiempo de once minutos y 36 segundos en culminar la gesta. «La anterior marca la tenía yo mismo el año anterior en Canfranc con 16.50. Llevaba mucho tiempo buscando ese sitio, porque no se puede hacer a lo loco. Los primeros 500 metros son muy técnicos y la segunda parte no es peligrosa», explica Criado.

El altoaragonés explica cuál es el secreto para ser un buen bajador. «Creo que es más la agilidad de cada uno. De siempre me ha gustado esta faceta y se me da bien. Creo que es algo innato, pero bajando no ganas una carrera en la vida. Me he caído varias veces, pero no de romperme nada», dice el corredor del Salomon.

Criado lleva compitiendo cuatro años en carreras por montaña y es una de las grandes promesas nacionales de la modalidad. «Siempre he hecho deporte y desde pequeño iba con mis padres a andar al Pirineo catalán y el aragonés. Cada vez me gustaba ir más rápido por el monte y hace cuatro años me apunté a la carrera del pueblo». Era la Canfranc-Canfranc de 16 kilómetros. «Quedé demasiado bien y terminé el quinto absoluto», explica.

Desde entonces ha demostrado que lo suyo es correr por el monte. El año pasado ganó la Copa de España júnior de kilómetros verticales y se impuso en el Campeonato de España promesa en el Maratón Alpino Madrileño. Pero entre todas las pruebas no duda en elegir la Canfranc-Canfranc, que se disputa el próximo fin de semana. «Es la que más me motiva, la carrera de mi casa. Más que cualquier prueba de la Copa del Mundo», explica el oscense.

Criado disputará el maratón de la Canfranc-Canfranc. Es la tercera vez que la disputa la distancia de los 42 kilómetros. «Hace dos años terminé el quinto y el pasado me retiré por un problema en el hueso del talón. El próximo fin de semana me gustaría terminar y disfrutar. Lo de ganar ya se verá. Pueden pasar muchas cosas», reconoce. Criado conoce el secreto para realizar una buena Canfranc-Canfranc. «El trazado no da respiro y es una locura. La clave es dosificar. Si se va muy fuerte desde el principio en el ascenso a La Moleta, la has cagado. ¡Pero le doy la enhorabuena al que aguante de principio a final!», afirma el corredor.

Ese mismo fin de semana también se disputará la Canfranc- Canfranc sobre una distancia de 100 kilómetros y 8.848 metros de desnivel positivo. «Es la carrera más dura del mundo. Es para unos cuantos tocados de la varita de Dios. Para mí algunas carreras se pasan de dureza. De momento no estoy tan loco para correrla. Pero respeto a los que participan».

Criado nació hace 22 años en Barcelona. Ahora lleva seis viviendo en Canfranc. Sus padres tienen un restaurante en el aeródromo de Santa Cilia. «Para mí estar en la montaña es lo mejor, su tranquilidad y su paz. Lo que más me gusta es entrenar hasta La Moleta por el carretón». Estudia hace un año biología en Estrasburgo. «Es un fastido porque es todo llano. Los fines de semana me voy a los Alpes suizos a entrenarme», finaliza.