En el fútbol ayer es ya hace mucho. Solo importa el hoy, que pronto caduca, y sobre todas las cosas el mañana. Ayer se despidió Víctor Muñoz pidiendo perdón por sus errores y contando su verdad sin cajas destempladas. Justo después Ranko Popovic dirigió su primer entrenamiento. Unas horas antes había lanzado su primera proclama a la afición del Real Zaragoza en dos direcciones: que nadie dude de él y que todo el mundo tenga por seguro que va a apostar por el fútbol divertido, de toque, de posesión y de personalidad ofensiva.

Popovic es un completo desconocido, un entrenador del que no existen referencias sólidas, que tendrá que labrarse su reputación, su nombre y su nivel de popularidad día a día. Es una apuesta de la SAD tan arriesgada como valiente. Nadie sabe cómo saldrá. Puede ser un bombazo maravilloso o un completo petardazo.