Entre la abundante cantidad de apuestas de autor de Lalo Arantegui en este mercado veraniego, la que más predicamento popular ha tenido ha sido la de Borja Iglesias. Será por su atractivo currículum goleador, 34 tantos en Segunda B, será por el recuerdo y la comparación con el otro Borja, Bastón, o por la expectativa de lo que puede llegar a ser. O simplemente por ser el nueve del próximo proyecto y la mística especial que en el fútbol envuelve la figura de los goleadores. A todo ello el gallego ha añadido una empatía personal extraordinaria con el zaragocismo desde que se hizo oficial su fichaje y una sonrisa permanente. El club redondeó la operación deportiva con una acción de márketing: llevó a Kase. O, ídolo musical de Borja, a que se encontrara con él.

Iglesias tiene un desafío importante. El Zaragoza no ha ascendido en estas temporadas por muchas razones, pero no por problemas con el gol. Bastón hizo 23, Willian nueve, Ángel 11 y 21, Ortuño siete en cuatro meses... Borja ha llegado con ganas de comerse el mundo. El listón que ha de saltar está a buena altura.