La semana pasada regresó a España la Expedición Cañones del Himalaya tras más de un mes de apasionantes aventuras en el Nepal. Esta iniciativa contó con 15 miembros de los que gran parte eran espeleólogos aragoneses junto a otros compañeros de Valencia. Equiparon varias rutas en los barrancos de la cuenca del Kali Gandaki, situado en el noroeste del macizo del Annapurna. La iniciativa tuvo el apoyo de la Federación Española de Espeleología y del Consejo Superior de Deportes y el monto era de 56.000 euros.

El coordinador de la expedición era el zaragozano Fernando Caro y componían el grupo Arturo Monteagudo, Eduardo Monteagudo, Amanda Díaz, Mónica Gil, Paulina Gil, José María Ayucar, Juan Carlos Lorenzo, José Martínez, Paki Albert, Raúl Aparicio y Jesús Montesa. "Llevábamos un año preparando la expedición desde que fuimos al Nepal en el 2010. Fue un viaje de prospección y abrimos un barranco, el Khin Khola", dice Fernando Caro.

El equipo se centró en la apertura del Bhalu Khola, que desemboca en el Kali Gandaki, el río más profundo de la tierra. "Las cuencas orográficas son dos ochomiles. A la derecha el Dhaulagiri y a la izquierda el Annapurna", dice Caro. Se abrieron siete tramos en el Bhalu Khola. "La cabecera está a 3.800 metros de altura. Empezamos mil metros más abajo por imperativo del tiempo y desde aquí empezamos a descender cascadas. Queda pendiente de explorar la parte superior y sacar los 2.000 metros de desnivel", apunta Paulino Gil.

Difícil acceso

Caro explica que uno de los problemas de la exploración son los accesos. "No es lo mismo que el Pirineo y sus sendas. Allí, a partir de los 2.000 metros no hay caminos y hay que abrirse entre la maleza a machetazos. Es un bosque tropical y avanzar 200 metros es un odisea. Además, te encuentras con las cobras", dice Paulino Gil.

El Bhalu Khola es un barranco-cañón con un gran desnivel de 1.140 metros. "El agua con el que lo hemos descendido es de dos metros cúbicos por segundo. Tiene una gran cuenca de predominio vertical, muy salvaje, muy verde, de granito con placas de hierro donde el taladro no ha podido trabajar. También tiene vetas de mármol y cuarcita. Es muy resbaladizo al haber tanta vegetación", relata para concluir que es uno de los lugares más bellos del mundo. "La estética es brutal. No hay palabras. Está la cascada típica tropical de película. Si levantabas la cabeza tenías enfrente el Annapurna. Volveré allí seguro", dice rotundo Caro.

El primer barranco que se hizo fue el Thado Khola, el 7 de octubre. "Es más corto, con 490 metros de desnivel y una salida de cascada impresionante". También se equiparon el Bhurung Khola y el Shivan Khola. "Son barrancos muy técnicos de agua. En España los tienes con cuentagotas, como Escuaín, con mucha agua, las gargantas de Ordiso y de Los Navarros, o el Ésera", dice Caro. El Shivan Khola es espectacular. "El barranco lo divide en dos una cascada de 250 de metros en forma de tridente invertido. Previamente fuimos a estudiar la cabecera. Nuestro guía hablaba con los nativos y se venían con nosotros todo el día".

Otro objetivo era probar material. "Llevamos un neopreno mono de un tejido nuevo que se llama Lavacore. Tiene un milímetros de espesor, te permite una movilidad extraordinaria", explica Caro. También ha llevado diseños propios para anclajes y taladros, aunque no están homologados. "El taladro es casi estanco y es exclusiva mundial". La expedición tuvo su parte solidaria. "Hemos repartido 70 kilos de ropa de la marca Barranquero, material sanitario al hospital de Tatopani y Gil consiguió bastante kilos de material escolar", dice Caro.