Tiene un aire distinto. Más estilizado que de costumbre. Y ya es decir. Quizá sean las secuelas de aquella gastroenteritis que le hizo perderse el amistoso en Villarreal ante Suiza antes de desplazarse a Rusia. De eso hace ya 20 días. Pero Sergio Busquets, con pinta de maratoniano, rostro afilado, barba cuidadísima, se siente bien, por mucho que el amistoso previo al Mundial (aún con Lopetegui) fuera una tortura. A cada partido en Rusia le han puesto un acompañante nuevo: Thiago fue su escolta ante Túnez; Koke contra Portugal y Silva, más pegado que de costumbre a su lado, ejerció ese rol frente a Irán.

Se le mira con más atención que de costumbre, como si se dudara de su rendimiento. Pero Busi solo hay uno. Y Lopetegui tanto confiaba en él que ni se trajo a un posible recambio. Hierro piensa igual. Es el pilar de España, capaz de proporcionar dos asistencias de gol a Diego Costa en el estreno contra el Portugal de Cristiano Ronaldo. Dos pases de gol poco habituales. El primero fue con un lanzamiento largo detectando el desmarque del delantero del Atlético a la espalda de la defensa lusa; el segundo fue bajando un balón aéreo en el interior del área de Rui Patricio con un cabezazo tras una falta ejecutada por Silva.

SOLO 9 PASES MALOS / Busquets fue, es y será el barómetro de la selección. Si él anda fino, la estructura colectiva de España funciona. Y los números indican que anda mejor de lo que aparenta. En el primer partido completó con éxito el 94% de los pases que dio (65 buenos de 69 realizados); en el segundo rubricó idéntico registro (95% con su 92 pases buenos de 97). O sea, Busquets solo ha fallado nueve pases en 180 minutos de Mundial, dejando además detalles nuevos en su fútbol como un soberbio disparo desde fuera del área ante Irán, repelido de forma magnífica por Beiranvand. Va vigilando Busi, consciente de que no puede jugar con el freno de la mano puesto por mucho que esa tarjeta amarilla que recibió nada más empezar el Mundial planee sobre su memoria. Fue una falta sobre Guedes (m. 17) que provocó una enorme preocupación en Hierro. Y, por supuesto, en él.

EL CONDICIONANTE / Desde entonces ha ido con más tiento que de costumbre porque se exponía, por ejemplo, a perderse el duelo contra Marruecos si veía la segunda. Mismo peligro que corre si le amonestan esta noche en Kaliningrado de causar baja en los posibles octavos de final. «Claro que sabíamos que la tarjeta es un condicionante, pero estoy a disposición del seleccionador», dijo Busquets, más prudente en la gestión del contacto con el rival. Después de Guedes, tres faltas más. Pero ninguna merecedora de otra amarilla porque ya se cuidó él de evitar tentaciones a los colegiados.

Y es que otra tarjeta sería un problema para España, porque acarrearía suspensión. De ahí el cuidado, aunque sin miedo. «Voy a jugar como cada partido, el riesgo es el mismo de siempre», comentó Busquets, acostumbrado a convivir con el riesgo en el centro del campo. «Koke es el más posicional, pero yo me siento cómodo con todos», añadió cuando se le recordó que Iniesta, Silva, Thiago vuelan hacia delante sintiéndose tranquilos porque a su espalda queda la cada vez más estilizada figura de un medio centro único. Hijo de Guardiola, sobrino de Del Bosque, pilar con Lopetegui e intocable para Hierro.