Eligió el CAI Zaragoza el camino más complicado, el más largo, el más embarrado y retorcido para ganar. Y acabó perdiendo, claro. Se llevó el triunfo el Joventut, a pesar de todos sus errores, pese a no tener tampoco su mejor día, porque el equipo aragonés falló y falló aún más, desaprovechando sus opciones de victoria en unos últimos dos minutos desesperantes, recuperación-pérdida de manera continuada. El CAI Zaragoza acabó con un paupérrimo 36% de acierto en tiros de campo, con Landry y Lisch como únicos jugadores con la muñeca afinada en una mañana de desacierto general. No funcionaron los exteriores y se buscó poco el juego interior. Y el mejor del CAI y de la ACB, Jelovac, cada día más relegado a un papel secundario y, consecuentemente, con menos influencia y aportación.

El encuentro partió condicionado por la ausencia de última hora de Pedro Llompart, cierto, una baja importante por la influencia en el juego del base balear. Podría decirse que los mejores minutos de juego del CAI este curso han sido con él al timón. Ayer le tocó dirigir a Lisch y no estuvo mal el norteamericano, acabó como el más valorado del equipo (20), pero la realidad es que el equipo de Joaquín Ruiz Lorente no jugó a nada. Sus ataques fueron deslavazados la mayoría de las veces, hubo más acciones individuales que colectivas y pocas soluciones ni dentro ni fuera de la pista.

Sobrevivió el equipo aragonés durante muchos minutos porque el Joventut tampoco tuvo su mejor día --basar el juego en el lanzamiento de triples conlleva el riesgo de tener un bajo acierto-- y porque el CAI sí hizo bien algunas cosas, especialmente en defensa, sobre todo en la ayuda en el rebote. Al descanso, el Joventut no había capturado un solo rebote ofensivo lo que, unido a unos porcentajes menores, mantuvo la diferencia a una distancia salvable. Al menos en apariencia, porque el equipo aragonés no dio la sensación en ningún momento de poder dominar y darle la vuelta al partido de verdad. Salvo que el Joventut se dejara, claro.

Y no se dejó el conjunto de Salva Maldonado, que sumó su decimocuarta victoria de un curso sensacional frente a un rival que ha sufrido un inexplicable bajón en sus últimas semanas. Tras un progreso lento pero aparentemente seguro el equipo aragonés alcanzó su mejor momento, su juego más serio y controlador, frente a Unicaja, Laboral Kutxa y Manresa. Pero de pronto, como si algo se desconectara en el interior, el conjunto zaragozano ha encadenado tres partidos seguidos de Liga y los dos europeos con un juego endeble, lejos de su potencial, irreconocible y, sobre todo, insuficiente para ganar.

Porque no podía discutirse que el CAI, jugando mejor o peor, estaba logrando buenos resultados. Ahora tampoco le acompañan los triunfos y es difícil que lo hagan si el equipo continúa por este camino. Y le va a tocar, cómo no, rehacerse y recomponerse sobre la marcha porque los partidos y los retos se suceden. El miércoles recibe al Volgogrado y no le conviene fallar para seguir vivo.