El CAI Zaragoza ya ha gastado la bala del cambio de entrenador y el equipo sigue ofreciendo los mismos síntomas, acaso peores. Llegó el Laboral Kutxa, un equipo en forma, poderoso, con recursos, y dejó en evidencia todas las vergüenzas del equipo aragonés, las que tienen que ver con el banquillo y las que no. El CAI completó su peor partido del año y ofreció una triste sensación de impotencia, de incapacidad, de ser un equipo roto y con demasiados problemas como para pensar que solo un relevo en el banco va a solucionarlo todo.

El Laboral Kutxa le pasó por encima (66-90). El efecto Casadevall duró quince minutos. La mañana empezó con paz social --por primera vez en años no se escucharon silbidos al técnico en su presentación-- y terminó con el reflejo fiel de la peor consecuencia de la crisis: un pabellón vacío y protestando el juego de su equipo. Los problemas del CAI no radican solo en el juego. La fragilidad emocional del grupo, incapaz de resistir los reveses, sin una voz que se alce para guiar al resto, es otra de las cuestiones con las que tendrá que lidiar el nuevo entrenador.

QUINCE MINUTOS

El CAI solo funcionó el primer cuarto de hora. El principal cambio que introdujo Casadevall fue dar la titularidad a Benzing con la orden --al menos es lo que hizo el alemán--, de irse hacia adentro, de penetrar y postear. En defensa, el CAI dejó de cambiar tras cada bloqueo e intentó pegarse más a su rival. Funcionó en los primeros quince minutos, en los que fue el CAI quien mandó en el juego, quien incomodó al Baskonia. Funcionó hasta que Perasovic dispuso una zona. Ahí murió el CAI.

A partir de entonces el equipo aragonés se fue apagando poco a poco hasta fundirse a negro. Nada de nada. Ni acierto ofensivo, cada vez menor, ni defensa, cada vez peor. El CAI solo anotó 9 puntos en el segundo cuarto y el Baskonia se econtró cada vez más cómodo en el partido. Tras el descanso (34-44) el Laboral Kutxa solo tuvo que ir viendo cómo aumentaba su renta hasta llegar a los 27 puntos en la recta final de partido.

El CAI hizo aguas por todas partes. Su porcentaje de lanzamiento exterior fue patético (2/22, 9%), aún peor de lo acostumbrado. El equipo perdió 20 balones y en el último cuarto por no hacer no hizo ni faltas, una en diez minutos. Otro dato significativo: el CAI puso un tapón y recibió 8. Este equipo no intimida a nadie. La dinámica del grupo es tan mala, una espiral tan peligrosa, que nada funciona. Los dos bases completaron ayer un partido horrible. Henry tuvo problemas hasta para controlar el bote. Ambos acabaron con valoración negativa (-3 Henry, -9 Tomás).

Sin Diener, de baja por sus problemas gastrointestinales, tuvo minutos Pere Tomás. Otra cuestión será cuando Casadevall disponga de todos sus aleros. El balear --ovacionado-- cumplió con su papel, aunque este se asemeja demasiado al de Linhart. Si Casadevall no consigue recuperar a Diener el CAI necesita un anotador exterior. También necesita más fuerza interior. Ni Norel, ni Kanacevic ni Jelovac la tienen y en este caso no es solo una cuestión de trabajo táctico.

El CAI tiene demasiados problemas ahora mismo y apenas tiempo para ir resolviéndolos. El miércoles le espera el Nancy y aún debe cerrar su clasificación en la Eurocup. El domingo le aguarda una verdadera final en la pista del Estudiantes por salir de la zona baja de la clasificación. Una derrota le meterá en descenso. El CAI Zaragoza necesita más cambios, no solo en el banquillo.