El Camp Nou registra un alarmante descenso de asistencia. Trece mil espectadores menos de media asisten a los partidos del Barça en un declive inesperado que se puede remontar: faltan por venir, en la segunda mitad del calendario, habitualmente más atractiva por el desenlace de los títulos, los rivales más taquilleros. El derbi con el Espanyol (79.774, la segunda mejor entrada de la temporada) es un ejemplo. Pero el bajón no deja de ser llamativo cuando el once de Valverde, líder destacado en la Liga (11 puntos al Atlético, 14 al Valencia y 19 al Madrid), no disfruta de la recompensa de ser más aplaudido por los suyos.

La tendencia al alza de asistentes al estadio ha sufrido, más que un parón, un severo retroceso. Prácticamente irrecuperable para acercarse al listón de los 77.000 espectadores de las dos últimas campañas del Barça de Luis Enrique. El equipo jugará un máximo de 13 partidos más como local: la semifinal de Copa ante el Valencia, octavos, cuartos y semifinales de Champions, y nueve de Liga. Al estadio deberían ir 94.890 espectadores en cada partido para igualar los 77.855 de la pasada campaña.

Un espectador y, encima, espontáneo

A los 17 partidos disputados por el Barça, que empezaron con la sonada marcha de Neymar, han acudido 1.024.270 personas, que arrojan la media de 64.017 espectadores. En verdad, han sido 1.024.271 espectadores, uno más, si contabilizamos al individuo que estaba en la grada el 1 de octubre, en el Barça-Las Palmas, y celebrado a puerta cerrada en señal de protesta por la violenta represión policial en el referéndum. En ese caso, el promedio general de asistentes es de 60.251. Mucho peor. Aquel solitario espectador, encima, se convirtió en un espontáneo al saltar al césped.

La junta alude a la inestabilidad política y a los rivales menos atractivos para explicar el bajón

Precisamente la situación política de Catalunya es el factor principal al que apela la junta directiva para explicar el descenso de audiencia en directo. En la mitad de los partidos jugados no se han alcanzado los 60.000 espectadores.

"El atentado de les Rambles de agosto y la inestabilidad política en Catalunya han influido en la reducción de asistencia al Camp Nou", expuso Jordi Cardoner, el vicepresidente del área social, el pasado 7 de enero. El Barça inauguraba el año recibiendo al Levante a las 16.15 h. Era un domingo, a una hora de las llamadas infantiles, y solo acudieron 56.360 personas.

Partido frente al Levante del domingo 7 de enero: solo 56.360 espectadores / JORDI COTRINA

Los buenos horarios

El argumento de los malos horarios, esgrimido en años anteriores, no es utilizable, pese a que la junta actual lo maneja. El Barça solo ha jugado dos partidos a las 22 horas (ante el Madrid y el Eibar) y dos a las 21.30 (los coperos ante el Celta y el Espanyol). En la temporada 2011-12 hubo 16 partidos a las 21 horas o más tarde; en la siguiente (12-13), 14.

La junta está elaborando un informe sobre los motivos del descenso de espectadores. El principal, entienden en el club, es el de la inestabilidad política que expuso Cardoner. "Vienen menos turistas extranjeros, que suelen adquirir el 90% de las 23.000 entradas que se liberan. La gente de aquí ha priorizado otras actividades y el fútbol ha pasado a ser secundario para muchas personas", remarcó el dirigente.

Esperando mejores rivales

Algunos ejecutivos aluden también a la adversa meteorología, con días de lluvia, y la identidad de los rivales. En efecto. Por el Camp Nou han de desfilar los mejores adversarios. Excepto el Getafe y el Leganés, los culés han de ver aún al Girona, Atlético, Athletic, Valencia (en la Liga y mañana en la Copa), Villarreal, Real Madrid y Real Sociedad. El reclamo de la rivalidad con el Espanyol se notó con un notable repunte en la grada.

El Barça-Espanyol registró la segunda mejor asistencia tras el clásico ante el Madrid / JORDI COTRINA

El descenso es evidente con la simple comparación de la asistencia ante los mismos rivales de un año a otro. Solo ha aumentado en cuatro partidos: en el estreno de la temporada con la Supercopa ante el Madrid (en el 2016 fue el Sevilla), el de la Champions (vino la Juventus, en lugar del Celtic de Glasgow), el debut de la Copa, donde el Murcia sustituyó al Hércules, y los cuartos, con el Espanyol por la Real Sociedad.

También influye, seguramente, que el estilo del equipo no es tan llamativo. Ha faltado Neymar, un generador de espectáculo, y ha faltado el lesionado Dembélé, su sustituto. Tal vez con Coutinho acabe el misterio de la deserción que sufre el Camp Nou.