Escribía ayer La Gazzetta dello Sport que «si gastándote cientos de millones de euros en fichajes pudieses ganar la Champions, el fútbol no sería el deporte más seguido, incierto y emocionante del mundo». El medio italiano comentaba el tremendo fracaso, una vez más (y van seis de seis), del milmillonario PSG del emir de Catar, Tamim bin Hamad Al-Thani, que, el pasado martes, abandonó el palco del Parque de los Príncipes, de París, dos segundos después de que Marco Verratti se autoexpulsara, faltando aún 24 minutos de juego, al acumular su tercera tarjeta roja en la Champions con los parisinos, de las cuatro que han sufrido los franceses en la Copa de Europa.

El emir no dijo nada. Ver aquel desastre fue suficiente para él. «Estoy muy cabreado, pero seguiremos con el proyecto», señaló su mano derecha, Nasser Al-Khelaifi, que se ha gastado 1.115 millones en los últimos siete años, desde que Qatar Sports Investments compró el PSG con la única intención de ganar la Champions y demostrar a los grandes de Europa que se puede construir un campeón solo con la chequera.

RIDICULIZADOS / Y los grandes, aquellos clubs de tradición futbolística, le han ridiculizado (como hizo el Madrid), en las últimas seis temporadas: tres veces el Barça y una vez el Chelsea, el Manchester City y el Madrid, le han apeado de la Champions. Los ricachones parisinos han caído cuatro veces en cuartos de final y dos veces en octavos. Es imposible gastarse más dinero y hacer más el ridículo. Los auténticos aficionados franceses, posiblemente buena parte del 85% que votaron en el sondeo de France Football que «el PSG debe hacer limpieza, cargarse a cinco o seis estrellas y empezar un nuevo proyecto para tratar de ganar la Champions en 2019», consideran al club de Al-Khelaifi un equipo advenedizo, que solo cuenta con el apoyo de los radicales del extrarradio de París, posiblemente financiados también con petrodólares.

El mítico Arrigo Sacchi declaró en el palco del Parque de los Príncipes que «las ideas no se pueden comprar». Comentarista ahora de la TV, aseguró que pensaba que «vería a un PSG con el cuchillo entre los dientes y, al final, lo que vi fue un magnífico Real Madrid, que ganó fumándose un puro».

FRUSTRACIÓN Y CRÍTICAS / Esa sensación de frustración (y, tal vez, ganas de criticar a su entrenador) fue también expresada y reconocida por el alemán Draxler: «El Real Madrid jugó muy sereno y tranquilo y tú, si le quieres ganar, si quieres remontar un 1-3, debes presionarles, debes apretarles. Merecimos ser eliminados. Este verano gastamos 400 millones de euros y dijimos que era para cambiar y, al final, ni hemos pasado de ronda».

Unai Emery, que llevaba 19 victorias en 19 partidos disputados en el Parque de los Príncipes (el PSG llevaba 58 partidos sin perder en casa, con 42 victorias y 9 empates), no renovará al concluir esta campaña. No se lo merece. La lista de candidatos al banquillo es tremenda: Conte, Allegri, Mancini, Ancelotti, Pochettino y Luis Enrique. Eso sí, a Pochettino todo el mundo lo coloca en el Madrid y a Lucho, en el Chelsea.

Pero como ha dicho el central Marcos Aoás Marquinhos, «todo dependerá de si sigue con nosotros Ney y yo le pido que no nos deje; necesitamos tiempo para afinar los automatismos y convertirnos en un equipo maduro e invencible». Nadie sabe si Nasser Al-Khelaifi hará caso o no al sondeo de France Football, pero el PSG tiene futbolistas en declive (Thiago Motta, 35 años; Dani Alves, 34 y Thiago Silva, 33), jugadores con escasos minutos (Javier Pastore, Ángel Di María o Julian Draxler), estrellas problemáticas (Edinson Cavani) y jugadores que se autoexpulsan como Marco Verrati. Queda, eso sí, O Ney, como le llaman muchos, al que, dicen, lleva meses tentándole el Real Madrid, y el joven Kylian Mbappé, que ha recibido un diluvio de críticas.