Las carreras por montaña se han puesto de moda de forma definitiva. Crecen como setas en el calendario y son más largas, más duras y con más participación. Algunas de ellas sobrepasan la delgada línea roja, invadiendo con pelotones impresionantes de corredores los lugares más bellos del Pirineo.

El Último Bucardo es una rara avis en este deporte con tanto tirón. La carrera que alcanzó el pasado domingo la quinta edición busca un equilibrio entre la pasión de los corredores y la preservación de la naturaleza. Por eso es un modelo a seguir. "Es importante ser responsables en las actividades que se realizan en la naturaleza. La montaña da cabida a todo tipo de personas y actividades, pero siempre con el respeto a la propia montaña. El organizador debe adoptar la perspectiva del corredor y del entorno", dice Encarna Palma, presidenta de El Último Bucardo, organizador de la carrera.

La prueba se celebra en un auténtico paraíso, la localidad sobrarbense de Linás de Broto, que cuenta tan solo con 35 habitantes. Se encuentra a la sombra de la Tendeñera, a las puertas de Ordesa y en un enjambre de montañas entre bosques y praderas que superan los 2.000 metros. Palma nació en Zaragoza, pero vive hace muchos años en Linás y se considera una montañesa más. "Estamos en un pueblo encantador de gente amable y muy volcada con todo". El último Bucardo es la actividad estrella de este pequeñito municipio. "Se vuelca todo el pueblo y tenemos 150 voluntarios. Los organizadores tienen que estar comprometidos con la montaña. Linás y el Pilupin queremos que sea una zona para disfrutar y no que se convierta en el Salto de Bierge. Es importante dejar el trazado de la prueba más limpio de cómo se ha encontrado y utilizar trazados existentes", apunta.

La competición se desdobló en cinco carreras. El sábado se celebró una andada y el III Bucardos Promesas, junto al Kilómetro Vertical a Litro (ganaron Dani Osanz y Maider Fraile). Este formaba parte de la Copa Aragonesa. El domingo se disputó la quinta Vuelta al Último Bucardo. Con 23 kilómetros formaba parte del circuito Trangoworld de Carreras Pirenaicas. Vencieron Beñat Marmissol y Maider Fraile. También se disputó una prueba corta. "Nuestra prueba es muy modesta, movemos 300 dorsales en cuatro pruebas. No ganamos dinero y el evento sobrepasa los 12.000 euros que se sufragan con la cuota del corredor, la Asociación Tendeñera y la Comarca del Sobrarbe", indica.

El futuro

De cara al futuro la subida al Litro podría aspirar a formar parte de la Copa de España de la modalidad. "Pocos kilómetros verticales hay tan espectaculares, tan bien organizados y con tanto ambiente. Para meterse en la Copa de España hay que valorar los premios en metálico y esto lo dudamos porque no tenemos recursos. Queremos seguir apostando por la calidad humana y la calidad del servicio. El recorrido gusta y funciona, hay diferentes opciones, pero la sexta edición será tal cual. No nos vamos a cargar la montaña haciendo una ultra trail", explica.

La carrera nació hace cuatro años a la sombra del albergue El Último Bucardo y a la vez que el club que lleva el mismo nombre. "El primer año hicimos la carrera a nivel privado desde el albergue contando con la misma gente que ahora. La prueba es un punto de encuentro de la gente con la montaña". El club tiene 60 socios y realiza numerosas actividades. "Hacemos la quedada del corredor de montaña en noviembre. Sirve para conocer el recorrido, relajarse, compartir experiencias. También organizamos la Croquetada, jornadas micológicas y charlas de psicología del deporte", explica.