Ha llegado el otoño al Parque José Antonio Labordeta. La hojas de los árboles amarillean, la temperatura desciende, el txirimiri moja el asfalto. La climatología es ideal para la disputa de la Carrera Popular del Pilar El Rincón. La prueba de los fondistas mayores comienza a las diez de la mañana. El ambiente es desangelado, apenas hay aficionados apoyados en las vallas que delimitan la recta de salida y llegada de 200 metros en el Paseo de San Sebastián. Hay algún grupo de ciclistas, andarines con sus bastones, los voluntarios de la carrera con sus petos amarillos...

La salida se da puntual. La anima como siempre en la megafonía el entusiasta Santiago Chivite, el presidente del Olimpo, el club organizador de la prueba. La carrera fue antaño la referencia del atletismo regional de ruta y tiene grandes nombres en su historial como Chema Martínez, Julio Rey, Luisa Larraga, Carlos Mayo, María José Pueyo.... Chivite ha mantenido la llama de una carrera familiar y que contó con tan solo 400 participantes en la categoría absoluta. El Olimpo aporta calidad a la organización de una prueba que tiene un atractivo circuito de 5.000 metros por el Parque Grande.

Pero lucha con la sobredosis de pruebas de asfalto en el calendario regional aragonés. La Popular del Pilar está embutida entre macro carreras. Se celebra antes de la Bomberos 080, el Maratón de Zaragoza y los 10K y ahora llegan la Popular por la Integración, la Sánitas Marca Running Series y la Carrera de la Mujer.

Ganadores desconocidos

Fue la carrera de los atletas anónimos. No había grandes estrellas. En la prueba masculina sorprendió José Miguel Rejas, del Zenit, venciendo con un tiempo de 16.21 a Joaquín Salvador y José Luis Moreno. En chicas ocuparon el podio tres mujeres desconocidas del fondo aragonés. Eran Elena Sainz, que ganó con un tiempo de 19.42, Gisella Miralles y Andrea Barranco. Conforme pasaban los minutos, la lluvia arreciaba y las mujeres eran más numerosas en los puestos traseros.

Después se celebró la carrera escolar para los nacidos de los años 2000 al 2007. El paseo ya se llenó de los padres inquietos por ver correr a sus hijos. La lluvia arreciaba, el frío se hacía más intenso mientras los 400 chavales completaban los 1.500 metros de la carrera. Los más pequeños, los prebenjamines, fueron los que más mala suerte tuvieron puesto que tuvieron que correr bajo una cortina de agua. Al menos después recibieron una medalla y una bolsa de regalos.