La Ultra Trail Guara Somontano no quiere morir de éxito. Por eso sus organizadores llevan con un gran orgullo ser el mejor ejemplo de sostenibilidad. Este año alcanzó su séptima edición y la disputaron 700 atletas que se dividieron en tres distancias. Eran la Ultra de 102 kilómetros, la Long Trail, de 50, y la Trail, de 38. La carrera larga se la llevaron Remi Queral, que realizó la prueba en algo más de 11 horas de esfuerzo y Gisela Soley, que terminó en un tiempo de 14 horas, 38 minutos y 44 segundos.

Ese modelo de crecimiento controlado y de respeto a la naturaleza lo han llevado a rajatabla sus impulsores. "Esta carrera se creó por una apuesta entre Quique Borrás y yo. Quique me dijo si tenía narices de montar esta carrera. Y en tan solo dos meses la organizamos con Arcadi Climent. Después entró Javier Subías", explica Santi Santamaría, uno de los pilares de la prueba.

Ese primer año apenas pasaron del centenar de participantes para 98 kilómetros de longitud por la Sierra de Guara. Ahora hay overbooking. El domingo corrieron 700 y había una lista de espera de otros 600 fondistas. "Podríamos haber pasado de los mil participantes. Al final estas carreras tienen que tener cierto sentido común. Habría que mejorar la cantidad de los avituallamientos, reforzando la seguridad y evacuación". Los organizadores cuentan con que la capacidad de acogida de la zona es limitada. "Toda la gente corre acompaña de familiares y amigos, tienen que dormir y comer y no podemos desbordar la zona. Ha crecido poco a poco de manera proporcionada de forma paralela a la capacidad de recibir gente. Esa es la ecuación que intentamos mantener".

Los críticos

Santi Santamaría y el grupo de organizadores de la prueba respetan la opinión de los críticos de la carrera. "Hay gente que les tiene mucho miedo a estas pruebas. Resulta que podemos pasear en todoterreno por el monte o cazar y dejar diez cartuchos tirados en el suelo. Pero 500 corredores no gritan, ni hablan. Lo único que hacen es pisar por un camino y parece que les molesta a los críticos. Eso no lo entiendo", indica Santamaría.

La autoexigencia de la prueba es extrema en seguridad y respeto a la naturaleza. "A los organizadores se nos tiene que exigir que se limpie de marcas la prueba una vez realizada, que los participantes no lancen envases de los geles... En cuanto los vemos, los descalificamos".

Santamaría reconoce que la Ultra Trail Guara Somontano es una riqueza para la zona. "Hay un margen de maniobra muy importante y, si todo el mundo actua con responsabilidad y sentido común, las carreras de montaña pueden tener un desarrollo muy importante y son buenas para el riqueza socioeconómica de la zona. No conozco ningún evento que le aporte en dos días a la Sierra de Guara lo que le proporciona esta carrera. Las cifras son aplastantes. Entre todos tenemos que ser capaces de que esto no se vaya de las manos y que funcione", dice Santamaría.

La prueba tiene una complejidad organizativa que se lleva a buen puerto gracias a la experiencia de los organizadores junto a la labor del centenar de voluntarios. "Lo más complicado es la logística. Guara es un territorio muy amplio, poco poblado y parte de las carreras transcurren por pueblos abandonados donde es difícil el acceso. No es lo mismo poner un avituallamiento en Alquézar, al que llegas con un camión, que ir a Otín y transportar hasta allí alimentos para 400 personas. Esto es imposible hacerlo todo en el mismo día".

Su gran valor es que se celebra en un escenario único y muy diferente al del Pirineo. "En Guara hay kilómetros y kilómetros que puedes visitar sin ver atisbo de civilización. Desde que sales de Rodellar hasta que llegas a las Bellostas y vuelves a Alquézar pasan 70 kilómetros en los que ves como mucho dos o tres casas. No hay coches, ni asfalto, ni personas. Es un terreno vírgen. La carrera pasa por allí y le da un encanto especial. Y el núcleo de Alquézar es el mejor escaparate", concluye Santamaría.