«Yo a mi gente no tengo que decirle nada. Barcelona, Montmeló, Cataluña será un ejemplo. Ellos saben cómo comportarse en un circuito. Ellos aman el motociclismo. Ellos son incapaces de comportarse como se ha comportado aquí, en Mugello, buena parte de la afición italiana. Nuestra afición es muy sana y aprecia todo lo que hacemos por ellos. Saben que nos jugamos la vida, que arriesgamos mucho para su disfrute. Estoy seguro de que, dentro de 15 días, en Barcelona, en el Circuit, en Montmeló, nuestra gente aplaudirá a todos los pilotos».

Marc Márquez no lo dijo, no lo quiso decir, pero tenía parte de su corazón agrietado por todo lo que ha tenido que soportar en Mugello, cuyo domingo de carreras, ¡no es casualidad, no!, comenzó con un reportaje en Sky TV Italia recordando su accidentado Gran Premio de Argentina y, cómo no, provocando a los tifosi, a los 90.310 aficionados que estaban en las laderas.

«Sabía que me iba a encontrar un ambiente así y me duele porque un día dije que no quería que la rivalidad del fútbol llegase a los circuitos. Pues ya está aquí, pero no ha llegado sola, algunos la han empujado», señaló Márquez en referencia a la tribu de Valentino Rossi y ciertos medios de comunicación italianos. En la sala de prensa de Mugello se escucharon aplausos y vítores cuando Márquez se cayó en la quinta vuelta.

«El viernes pasado, yo les comenté a los míos que el domingo iba a ser tremendo. ¿Por qué? Porque Michele Pirro, un piloto italiano, se estaba debatiendo entre la vida y la muerte, con los médicos atendiéndole en la gravilla, y miles de aficionados se dedicaban a pitarme a mí cuando salía en las pantallas gigantes, sentado en mi box, inquieto, preocupado por la vida de Pirro. Ahí ya vi que esto no tenía remedio. Y me duele, me duele mucho», concluyó Marc Márquez.