Cuando César Láinez se retiró, en el 2005, "cansado del fútbol y fatigado por las lesiones", Alfonso Soláns, presidente del Real Zaragoza, no se resignó al adiós de un referente. Si no puede seguir jugando, pensó, que al menos cambie los guantes por la pizarra. "Me ofreció la posibilidad de ser técnico, de seguir ligado al club, pero necesitaba un cambio", recuerda.

Fue la primera propuesta para entrenar que tuvo, pero no sería la última. La siguiente, de hecho, vino poco más tarde. "El Stadium Casablanca necesitaba un entrenador. Dije: 'venga, vamos a ver si sirvo o si me pica el gusanillo'. Pero más que por ilusión era por hacer un favor", asegura. Cogió al equipo benjamín durante dos temporadas y acabó "encantado". Pero no solo los niños le ayudaron a recuperar la pasión por el fútbol.

"Empecé en los medios de comunicación y me volví a enganchar", reconoce. "Al principio no tenía vocación", pero poco a poco llegó el interés. Los conocimientos ya estaban ahí. Que un exmediocentro se haga entrenador parece hasta natural, pero, ¿un guardameta?

"El puesto de portero es más específico. Cuando acabas, si quieres entrenar, te ponen de entrenador de porteros. No van a poner a un delantero a dirigir a los porteros", analiza, al tiempo que defiende a los de su especie. "Pero la perspectiva que tiene el portero no la tiene ningún jugador: cómo se abarca el campo, cómo se colocan los jugadores... Eres una ramificación del entrenador. Vivirlo desde atrás te hace ver cosas que otros jugadores no ven", explica.

UN LENTO CAMINO

Del Stadium pasó al Santo Domingo Juventud y entonces Emilio Larraz se cruzó en su camino por primera vez. El ahora técnico del filial le ofreció en el verano del 2009 unirse como entrenador de porteros a su cuerpo técnico en La Muela. Esa misma temporada también hizo ese papel en Segunda con el Huesca. Sin embargo, nunca había actuado como segundo técnico; hasta ahora, cuando Larraz ha pensado en él --de nuevo-- para sustituir a su segundo entrenador, César Jiménez, que comenzó la pretemporada pero no llegó a un acuerdo con el club para renovar. Una salida inesperada que provocó una oferta inesperada. "Fue de un día para otro. Me llamó Emilio y me preguntó: '¿Quieres venir al filial?' Sí, dije, sin dejarle acabar la frase", bromea el excancerbero, feliz por volver casi 10 años después al club en el que ha "estado toda la vida". La dupla Larraz-Láinez, a priori, no carecerá de sintonía.

"Desde que trabajamos en La Muela siempre hemos tenido una gran relación. Siempre hemos estado hablando de lo que nos gustaría que fuera el filial". Ahora, entre los dos, lo podrán llevar a cabo, aunque la temporada no se presenta sencilla. "El objetivo es la permanencia. Refuerzos han llegado pocos, la situación del club era la que era, pero estamos convencidos de que vamos a conseguirlo", alega, al tiempo que se felicita por los canteranos que están subiendo a la primera plantilla. "Hasta hace poco, jugar en el primer equipo era impensable para cualquier chico de la Ciudad Deportiva".

Empezó por abajo y poco a poco ha llegado hasta Segunda B. ¿El próximo paso es ser primer entrenador? "No, no sé si llegará o no, pero no tengo ningún objetivo fijado, solo transmitir la misma ilusión que a mí me transmitieron en el filial. Yo recuerdo a Manolo Nieves, a Manolo Villanova, a Luis Costa, que habían jugado con la camiseta del Zaragoza y que nos hicieron ver lo que era el club", zanja Láinez, hombre de un solo club.