1- Unos primeros 45 minutos magníficos

El Real Zaragoza saltó al césped de La Romareda con una única meta clara: ganar al Sporting de Gijón fuera como fuese para consolidar su plaza en el ansiado playoff. Así, los de Natxo González salieron los primeros 45 minutos con un fútbol de desborde, propio de esa Primera División que ansían. Al juego correcto en la medular se le sumaba la retención en la defensa, las conexiones en los últimos tres cuartos de terreno y la efectividad de cara a puerta. Un esfuerzo colosal, fruto de la colocación, que se materializó en los dos goles de Borja Iglesias.

2- Una segunda parte de garra y corazón

El desgaste físico de la primera mitad hizo mella en el conjunto zaragocista. Esa sexta marcha perenne en el juego de desborde, a 200 kilómetros por hora y sin repostaje, se fue reduciendo progresivamente a medida que el Sporting iba apretando, más después del tanto de Rubén García. De este modo, el Real Zaragoza sacó el oxígeno de unas bombonas rellenadas a base de corazón y garra a partes iguales para que la renta se trasformará en tres puntos vitales para su escalada hacia el ascenso. Un encuentro que preciso del sudor en la frente y a lo largo y ancho de toda la camiseta para que ese órdago a la grande de los primeros compases les valiera para llevarse la partida.

3- La colocación

El guión de Natxo González, como había asegurado en la previa del partido, tenía como punto principal la contención del esférico, no dejar jugar a un Sporting peligroso de mitad de campo para arriba. Así, los jugadores del Real Zaragoza atendieron a las órdenes del capitán de la armada y la colocación se convirtió en uno de los frutos del triunfo. Fue en la segunda mitad cuando ese cuadro de reconocida solidez sufrió ligeras grietas, recompuesto gracias a unos cambios y un Zapater que aportaron cierta compostura al mediocampo del Real Zaragoza.

4- Cristian, salvador

El portero zaragocista volvió hacer de las suyas en un partido en el que se precisaba de la magia de sus guantes. A pesar de que el asedio a la portería aragonesa no fue la presenciada en encuentros de la primera vuelta, el acierto del cancerbero fue vital para salvaguardar esos dos tantos del ‘panda’. Tres paradas, entre las que sobresalió una estirada a saque de falta, supusieron que la grada de la Romareda corease el nombre del ya bautizado como salvador.

5- Delmás, de principio a fin

El joven canterano sabía que ante sí tenía el reto de contener las internadas de Jony, el alma de ese Sporting lanzado hacia la Primera División. Un reto al que el jugador zaragocista respondió en la primera mitad con unas garantías más propias de un veterano. El jugador zaragocista fue un auténtico muro, una sombra que nubló la brillantez del extremo asturiano. Pero, más allá de su papel obstructor, el zaragocista demostró que la visión de juego es otra de sus virtudes: Borja Iglesias se veía a lo lejos, dispuesto a cazar cualquier balón. El 22 no se lo pensó dos veces, vio la línea y desde 40 metros, el balón salido de sus botas sorteó el medio centro y defensa asturiana para acabar en las botas del gallego. El delantero lo cazó y con un sutil disparo hizo el segundo. Medio gol del 9 y medio tanto de un pase de película.

La segunda mitad se notó en su físico. No obstante, con la lengua fuera y las medias bajadas hasta los tobillos, sin posibilidad de cambiar y sin excesivos apoyos por parte de la zaga, el lateral sacó las fuerzas de donde no las había para retener las internadas de un Jony que no brilló en exceso.

6. La cantera, decisiva

De nuevo, los canteranos sacaron el rebufo ante el acercamiento de un Sporting lanzado en la segunda mitad. A la actuación sobresaliente de Delmás se unió la solvencia de Lasure, la contención de Guti y el poderío de un Pombo que a punto estuvo de anotar un tercer gol que habría puesto punto y final a la agónica asfixia de los últimos compases del encuentro.

7-Lasure, rompedor

La reacción se planteaba necesario después cuajar una actuación nada notable en el encuentro frente al Reus. Lasure sacó un aprendizaje del suspenso y se convirtió así en un auténtico dolor de muelas para Nano, que veía como sus desbordes por el flanco siempre se chocaban con un canterano bien colocado. Su seguridad en el césped se hizo así más patente cuando, cruzando el carril a la velocidad de un correcaminos, se convirtió en 10 para acabar con un tiro con intención que finalmente detuvo Mariño.

8- La insistencia de Papu

Papu volvió a demostrar ser la llave de arranque del motor del Real Zaragoza. El georgiano se mostró participativo en las líneas atacantes, buscando el uno contra uno y la conexión con un Borja Iglesias para ser ambos la pareja de ceremonias. Las jugadas necesitaban de ese toque zurdo e internadas del 19 zaragocista para que el cuero acabara en buen puerto. Más de 60 minutos sobre el terreno de juego que le valieron para sellar una notable actuación.

9- Zapater, el pulmón del equipo

Con un equipo totalmente asfixiado, en la que un paso significaba casi un kilómetro después del desgaste físico, el veterano jugador del Real Zaragoza sacó las reservas de su campamento personal de aprovisionamiento para desplegar su juego de corte y precisión en unos momentos en los que el partido no era apto para cardíacos y en el que cualquier acercamiento del cuadro asturiano encogía el alma de los seguidores zaragocistas.

10- Borja Iglesias ,matador

El público demandaba que de nuevo El Panda’ fuera el encargado de que el luminoso no acabará 0-0 o en derrota. El gallego sabía de su responsabilidad y, como estudiante aplicado, hizo los deberes incluso antes de tiempo. En el 12 ya había hecho el primero de cabeza con algo de fortuna, pero en el 27 volvió a repetir con un balón filtrado, de leyenda, de Delmás, demostrando tranquilidad y solvencia de cara a puerta. De este modo, el delantero zaragocista prosiguió con su romance con el gol, a la vez que dejó su marca: ese juego de rotura y contención tan típico del 9.