Había una especie de bruma matinal que a más de uno le hizo dudar, pero las previsiones eran firmes. El sol lució en lo alto de Alcañiz cuando los capos del Mundial de motos comenzaron a deslizarse por la pista pasadas las dos de la tarde. Entre todos, el capo di capi, Valentino Rossi, que dejó boquiabiertos a todos. En la gigante sala de prensa del circuito se escuchó un largo ‘oooh’ de admiración seguido de algunos aplausos. Eran de la armada italiana, la que forman los bulliciosos periodistas transalpinos que siguen el Mundial de principio a fin, continente a continente y que, cómo no, son muy pacientes con el Doctor, en las buenas y en las malas. Ahora anda algo rengo. Mejor dicho, va cojo. Se ayuda de una muleta para caminar cuatro pasos, lo puede ver cualquiera que tenga la suerte de cruzárselo por el paddock. Cuando se sube a la moto, la historia es bien otra. Si la Yamaha funciona, como bien demostró la pole de Maverick Viñales, a Rossi no hay peroné que lo frene ni tibia que lo acobarde. Arriesgando.

No fue el mejor, no. O solo lo fue durante unos segundos, los mismos en los que el mundo que mira atentamente hacia dónde va el Mundial se dio cuenta de que Rossi no ha llegado a Alcañiz para vender gorras o echar una mano a su colega de garaje. Valentino se siente muy vivo, ama como pocos su profesión y es capaz de volar sobre el asfalto de Motorland aunque no se tenga en pie al bajar de la moto. No le duele demasiado, dice. Sus registros y esa declaración libre de aflicción auguran una batalla preciosa en Aragón, donde al menos cinco pilotos se van a jugar el bigote en cada una de las 17 curvas del magnífico trazado en busca del triunfo.

Así que ya se frotan las manos todos los aficionados con una entrada en el bolsillo, ya sea en el sacacorchos, ya en el muro, ya a final de recta. El Mundial está en juego en Aragón, donde hoy se espera un entradón en el circuito como en los mejores años. El viernes se lo llevó la lluvia y las tristes gradas en una jornada que sirvió para nada en la pista. Ayer fue otra cosa. Se calentó el asfalto y se cubrró un buen espacio arriba. Incluso alguna pelouse estaba casi llena para ver si Rossi era capaz de correr, si Maverick y Dovizioso eran capaces de mantenerle el pulso al increíble Márquez. Vieron todo eso y más. Al italiano haciendo magia a lomos de su Yamaha, a Viñales mandando en la quali definitiva, y a Marc volando... por los aires. Además, Jorge Lorenzo se coló segundo entre los aspirantes al título y para hoy anuncia guerra.

Se reúnen todos los ingredientes para ver un carrerón en Alcañiz, que ayer se calentó en el circuito y comenzó a estallar en las calles conforme llegaba la noche. Hoy se espera sol otra vez y una estupenda temperatura en las gradas, que reventarán los clubs de fans de los pilotos súper de este Mundial. Habrá mucho amarillo, claro está, de Rossi, el rey del mercado. Muchos otros pilotos tienen su espacio en las tribunas. Márquez, Lorenzo, Maverick... Y Álex Rins, el muchacho oriundo de Valdealgorfa al que se le está haciendo eterna la temporada. No le ha cogido el pulso ni a su Suzuki ni a la categoría, marcado también por las lesiones, algunas de ellas bien graves. Ni siquiera se pudo dar un alegrón en el circuito que tiene a diez minutos de su casa, el que dice que podría recorrer con los ojos cerrados. Saldrá hoy desde la vigésima posición después de no haber podido pasar de la primera sesión de calificación.

En Alcañiz muchos se relamen pensando en lo que puede llegar hoy. No hay favoritos, dicen, así que anoche se oían tambores desde lejos. No eran los bombos de la espectacular Semana Santa del Bajo Aragón, eran tambores de guerra. La batalla está servida. Si no, oigan al campeón del mundo, al líder: «Estoy serio porque estoy muy mosqueado por la caída, que ha sido culpa mía. Quiero ganar aquí, en Aragón, así que no me volverá a pasar», dijo Márquez, que ve a Maverick como el principal favorito. Viñales, que ya ganó en este trazado hace tres años, quiere sacar partido del error de Márquez. Todos se miran de reojo mientras ven cómo suben las temperaturas. Ya no llueve, ya no hace frío. Preocupa en el taller de garajes la subida de las temperaturas por aquello de los neumáticos. En Motorland, bien al contrario, se relamen. Se espera llenazo para ver al cojo en la batalla de Alcañiz.