—Son séptimos, a un punto de la promoción. ¿Cuál es la meta?

—La misma que al inicio, subir. El ascenso directo está lejos, pero hay que intentarlo y hay margen porque quedan 12 partidos. Son 36 puntos, muchos. Venimos de cinco victorias y esta racha posiblemente en algún momento se vaya a cortar, que sumemos un empate o que perdamos, pero se trata de lograr los más puntos posibles y ver hasta dónde llegamos entre los seis primeros. Eso sí, en ningún momento pensamos en que podamos perder.

—Cómo vive un canterano el partido en Pamplona. ¿Es especial por ese ambiente que se genera en esos encuentros?

—Siempre ha habido mucha rivalidad y es la primera vez que juego allí. Para mí no es un partido más, siempre he ido a La Romareda, conozco esa rivalidad fuera y dentro. Es muy especial. Estamos a un punto de ellos y lo superaríamos si ganamos, pero como zaragozano y zaragocista sería una victoria más especial.

—En El Sadar se han escuchado cosas muy graves contra símbolos de Aragón y de Zaragoza... ¿Le afectan?

—Bueno si las quieres escuchar, te afectan. Cada uno que se las tome como quiera, me da igual lo que digan mientras ganemos.

—Zapater, Lasure, Guti y usted son fijos en el once ahora y Delmás ha tenido muchos minutos esta temporada. ¿Qué le hace sentir eso este año?

—Mucho orgullo, por supuesto, Es que es la demostración de que el trabajo que la gente hace desde que llega a la cantera da sus frutos. Y además hace al Zaragoza más Zaragoza. Siempre hubo jugadores de fuera en este equipo, pero al zaragocismo le gusta y a nosotros los canteranos también que suba gente de abajo. Tiene que haber futbolistas en el equipo que sientan estos colores de esa forma especial y lo plasmen en el campo.

—Usted ya estaba en la recta final de la temporada pasada, pero Lasure, Guti y Delmás han llegado este año. ¿Cómo ha visto su progresión y con qué cualidades se queda de cada uno?

—A los tres les he visto un crecimiento enorme. Sabía qué jugadores eran, pero el salto es grande, no es fácil, y lo están haciendo muy bien. Con Guti me quedo con su capacidad física. Es que es una mula y está en todos lados. De Lasu me encanta la confianza que tiene en sí mismo, es muy regular y sabe lo que hace. Y de Delmás me quedo con sus ganas.

—Como zaragozano y zaragocista, ¿cómo sueña con el ascenso a Primera?

—Lo hago mucho, todos los días, sobre todo antes de los partidos. Me imagino en el Pilar, con todo el mundo allí, con la alegría y celebrándolo. Y me veo con Zapa y todos los canteranos en ese momento de celebración.

—¿Qué cree que sentirá?

—Lo que siento todos los días al ponerme la camiseta, el orgullo de ser zaragocista y el ver a la gente que te apoya cada día, que siente estos mismos colores, ser felices por volver a Primera.

—Se le nota que sus palabras son las de un zaragocista de corazón y de cuna.

—Claro. Es que me llevaba mi padre a La Romareda desde niño, recuerdo la impresión de las primeras veces al ver el campo tan grande. Y se lo dije uno de esos primeros días: ‘Yo quiero jugar ahí’. Tenía siete añitos. Recuerdo perfectamente que estaba sentado enfrente de los banquillos, arriba. Se lo dije convencido, mi padre se rió y me dijo que ojalá. Al final se cumplió.

—Con su crecimiento futbolístico y con la necesidad de dinero para el club es factible que no tarden en llegar ofertas por usted. ¿Contempla una salida pronto?

—Que lleguen ofertas quiere decir que estás haciendo un buen trabajo. Ojalá lleguen. Si algún día me voy sería muy duro, saldría del club de mi vida, donde llevo tantos años y dejaría aquí a la familia. Yo me quedaría toda la vida aquí, estoy muy a gusto, pero luego hay circunstancias. Igual das un salto deportivo y te viene bien... O por el tema económico para el club. Nunca se sabe.

—¿Dónde está el techo futbolístico de Pombo?

—No me pongo ninguno. Tengo la ilusión de jugar en Primera con el Zaragoza. Soy joven y ya veremos. No creo que haya que ponerse un límite ni un techo. Lo que tenga que venir lo afrontaremos y pasará.