-¿Qué hace ahora, sigue ligado al fútbol?

-Sí, estoy con niños, ligado al fútbol he estado toda la vida. Me retiré en casa, en el Toledo, y he estado entrenando hasta hace muy poco. Lo que pasa es que van saliendo nuevos entrenadores, más jóvenes, en los mismos sitios y es más difícil encontrar un banquillo. Hago algún trabajo extra pero estoy en una escuela de niños en un pueblo al lado de Toledo.

-¿Es más gratificante trabajar con los más pequeños?

-Sí, el problema no son los niños, suelen ser más los padres y las madres (risas).

-¿Cómo empezó a jugar?

-En mi pueblo, en los juveniles del Torrijos. Me fichó el Atlético de Madrid y estuve allí cuatro o cinco años, desde juveniles, cuando fui internacional de esa categoría. En el año 75 estuve en el torneo de Mónaco, que nos pilló allí la muerte de Franco y fuimos campeones. Después estuve en el filial del Atlético y una temporada en Primera en la época de los argentinos, Ayala, Heredia, Panadero Díaz, Benegas... Estaba de entrenador Luis Aragonés y me dijo que iba a tener pocos minutos porque había muchos jugadores. Me cedieron al Salamanca en Primera y al año siguiente entré en una operación con el traspaso del central Albino y me quedé en propiedad.

-¿Cuánto estuvo en Salamanca?

-Estuve tres temporadas en Primera y Segunda, que bajamos un año. Allí conocí a mi buen amigo Manolo Villanova, que fue mi entrenador en Salamanca en Segunda División. Subimos con él a Primera. Él dio muy buenos informes míos al Zaragoza y me fichó en la época que estaba Leo Beenhakker de entrenador y Avelino Chaves de secretario técnico.

-Ahí empezó su etapa en el Real Zaragoza.

-Sí, estuve tres temporadas, la primera con Beenhakker, la segunda con el italiano Enzo Ferrari y luego con Luis Costa, que fuimos campeones de Copa.

-¿Su debut en Primera fue con el Salamanca?

-Efectivamente, además en un partido contra el Athletic en casa, que ganamos 2-1, y jugué contra Iribar, Villar... Ha llovido bastante (ríe). Parece que fue ayer pero ya tengo 60 años.

-¿De qué jugaba?

-Era extremo derecha. Era rápido, intuitivo. En el Atlético Madrileño comencé de interior pero por mis características ya en Salamanca me intentaron acoplar de extremo. No era un goleador pero metía mis golitos.

-¿Qué se encontró cuando llegó a Zaragoza en 1983?

-Cuando me traspasaron del Salamanca me encontré un gran club. El Salamanca era un equipo que bajaba, se mantenía... pero en el Zaragoza ya llevaba un año Beenhakker y el equipo realizaba un fútbol que en España, aunque no éramos campeones de Liga, éramos un equipo muy ofensivo, que marcaba muchos goles tanto fuera como en casa. Estoy hablando de una época en la que jugaban Señor, Barbas, Güerri, Amarilla, Valdano, Casuco, García Cortés, Morgado, Salva... Luego también fue una buena época la de Luis Costa, que seguían algunos jugadores y por mediación del Madrid cedieron a Fraile, Pardeza y Pineda. Luego vino Rubén Sosa que fue el que marcó el gol de la victoria en la Copa. Estaban Cedrún, Pedro Herrera, muy buenos jugadores.

-Los más veteranos siempre hablan del equipo de Beenhakker como el que mejor fútbol ha hecho. ¿Era así?

-Éramos un equipo muy ofensivo. Tenía en el medio campo a Señor, Barbas, un argentino muy bueno, Pedro Herrera, muchísima gente. A lo mejor ibas a jugar contra un Sevilla o un Valencia e íbamos allí a jugar al fútbol y éramos capaces de ganarles y ganarles bien.

-¿Innovó también en los entrenamientos?

-Sí, la verdad es que cuando vino insistía mucho en la presión y los entrenamientos eran muy intensos con él.

-¿Con quién se jugaba el puesto usted?

-Me tuve que pelear, que además tuve... tampoco mis más y mis menos. En mi última temporada allí empecé jugando y bastante bien, pero cedieron a Pardeza, que ocupábamos la misma posición. Al principio también estaba Mariano Ayneto, que subió del filial, junto a Juan Carlos, Latapia. Otro año subió Juliá, que estuvo muchos años. Subía mucha gente buena también del filial.

-¿Ferrari era muy diferente de Beenhakker?

-A mí me gustaba, lo que pasa es que como era italiano al público, la gente, la prensa, se les atragantó un poco porque parecía que iba a ser más defensivo. Pero no era así. Lo que pasa es que acostumbrados a Beenhakker, pues su juego era totalmente distinto y el hombre lo pagó un poco. Pero de cara a la plantilla lo teníamos en muy buena consideración. Trajo también un preparado físico nuevo y, aunque no hicimos una gran temporada, también estuvimos bien.

-Con él, en 1985, el Real Zaragoza logró el primer triunfo de su historia en el Bernabéu... con gol de Corchado en el minuto 82.

-Sí, me parece que marcamos Amarilla y yo. Fue en un córner, no me acuerdo quién lo botó, pero ganamos 1-2. No recuerdo ya muy bien pero creo que fue el segundo tanto, el de la victoria. Creo que en el Madrid estaba Miguel Ángel de portero, Camacho, Stilieke, toda esa gente.

-¿Zaragoza le marcó?

-Quizá me marcó un poco más Salamanca porque fue donde debuté, pero está claro que todos los equipos donde estás te marcan. Y Zaragoza especialmente, mi hija mayor nació en Zaragoza, nació en la Montpellier hace 34 años ya. Se llama Estefanía Pilar, se lo pusimos por nacer allí y la bautizamos en El Pilar. Todavía tengo contacto con Cedrún, Herrera, Valdano... No hace mucho estuve con Andoni, que le invité a una clausura de las escuelas de niños que llevo y estuvo por aquí repartiendo premios.

-¿Con Luis Costa cambió mucho el equipo?

-Jugábamos bien también. El Real Zaragoza siempre se ha caracterizado por su buen fútbol y con Luis Costa, lo mismo. Jugábamos mucho la pelota, los entrenamientos eran siempre con balón. Tenía de segundo a Manolo Nieves, que había sido portero y hacían un buen tándem. Ficharon a Rubén Sosa y estaban los cedidos del Madrid y se hizo un buen equipo. De hecho fuimos campeones de Copa. Recuerdo una eliminatoria que tuvimos que jugar en Burgos con el campo helado, que ganamos. No recuerdo si fue en octavos o cuartos. Y no sé si ganamos también al Cádiz una eliminatoria.

-¿Qué recuerda de la final?

-Salí a cinco minutos del final por Miguel Pardeza. Recuerdo que fue un partido muy competido, en el Barcelona estaban los porteros vascos, Urruti y Artola, estaban Schuster y Simonsen como extranjeros. Fue en el Vicente Calderón y ganamos 1-0 con una falta que lanzó Rubén Sosa, pegó en la barrera, se desvió y entró el balón.

-¿Y la celebración?

-Fue apoteósica. Pasara lo que pasara recuerdo que habían invitado a todos nuestros familiares a Madrid y estuvimos cenando con ellos después de la final. El recibimiento en Zaragoza fue espectacular, además por todos los pueblos que pasaba el autobús de camino desde Madrid a Zaragoza la gente salía a la calle para vernos y aclamarnos.

-¿Cómo era Rubén Sosa?

-Se hizo muy amigo de Pedro Herrera, me acuerdo perfectamente. Vino muy jovencito y recuerdo que tuvieron que ponerle un poco a dieta porque comía de todo. Era bajito, rechonchete, zurdo y le pegaba muy bien a la pelota. Después lo traspasaron a Italia pero yo ya no estaba, me había ido al Hércules.

-¿Se marchó en 1986?

-Sí, esa temporada me fui al Hércules ya, después estuve en el Alcoyano y vine a retirarme ya al Toledo. También recuerdo que estuvimos a punto de ganar la Copa de la Liga, un torneo que crearon en aquel tiempo y que ganó el Valladolid. Nosotros jugamos contra la Real Sociedad.

-¿Cómo recuerda La Romareda?

-Era muy exigente, la verdad es que sí. Claro, hay que tener en cuenta que el equipo ganaba títulos, venía de Los Magníficos y el público siempre era exigente. Ahora cuando veo algún partido que televisan del equipo, pues la verdad es que le va a costar trabajo porque va a ser muy difícil volver a lo que fue en aquellos años.

-¿Sigue en contacto con gente de aquella época?

-Sí, estuve con Paco Güerri en la sub-21. Que por cierto, me llevaba muy bien con él porque era mi compañero de habitación en los desplazamientos, pero le he perdido un poco la pista. Igual que con otros hablas, o te felicitas las pascuas aunque no te veas, pero con él ya no sé dónde para. Luego en el Hércules coincidí con Rafa Latapia y con un paraguayo, Zayas. Pero con Paco hace mucho que no sé de él. Me he visto con gente después, con Casuco, he tenido contacto con Vitaller, que también tiene un campus. Con Pardeza también tenía contacto cuando era secretario técnico del Madrid, a Fraile también le he perdido un poco la pista, García Cortés está en la Fundación del Real Madrid. Con todos ellos mantengo el contacto, con otros lo he perdido.

-Por lo que dice parecían una gran familia.

-Cando yo llegué, al conocer a Pedro Herrera del Salamanca fue el que me introdujo allí. Nos llevábamos muy bien, salíamos todos juntos con las mujeres o las novias, con Herrera, Barbas, Conde, Cedrún... Hacíamos un grupito que salíamos todos juntos. Estaba también el doctor Villanueva, y de masajista estaba Magallón, que su hija trabajaba en el club, y otro masajista pakistaní, Kabir. Cuando vino Ferrari fuimos a Italia de pretemporada a jugar unos amistosos y el resto de años fuimos a Biescas.

-¿Cuándo se retiró ya quería ser entrenador?

-Sí, me gustaba mucho. Empecé en el Toledo con todas las categorías inferiores. Estuve en mi pueblo en Tercera, que estuvimos a punto de ascender, luego me fui al Manchego a Segunda B, que era como el filial del Albacete. Ese año tres o cuatro jugadores del Manchego se los llevó el Albacete, que estaba en Primera y Segunda. El último sitio en el que he estado en Segunda B fue en Zamora, primero como entrenador y después volví a los dos o tres años como secretario técnico. También entrené en Cartagena, Yecla, varios equipos de Segunda B. Ahora ya estoy en casa trabajando con los más pequeños.

-Y al Toledo, que eliminaron al Real Madrid en la Copa.

-Eso es, fue un año en el que la Copa era a un solo partido que se jugaba en el campo del equipo de categoría inferior. Le ganamos 2-1 al Madrid que entrenaba Del Bosque.

-¿Cómo fue aquello?

-Fue grandioso. No se esperaba. Incluso nos pusimos 2-0 y nos recortó Savio. En este caso Del Bosque reservó a dos o tres de los cracks, creo que a Figo y Roberto Carlos, y cuando se quisieron dar cuenta les ganamos el partido. Después nos enfrentamos al Rayo Vallecano en dieciseisavos y nos eliminó en casa.

-¿Se fijó especialmente en alguno de los entrenadores que ha tenido en su carrera?

-Siempre tienes tu sello particular como entrenador. Pero lógicamente con tantos entrenadores que he tenido en mi carrera de todos intentas sacar lo mejor o lo que más te ha llamado la atención. También recuerdo mucho, aparte de los entrenadores que ya he comentado, a Joaquín Peiró, que lo tuve en el Atlético Madrileño e hicimos buenas migas y luego nos hemos visto por ahí. También tuve allí a Paquito, que ya debe ser muy mayor y le he perdido la pista. Estuvo en el Valencia, Osasuna, Castellón. Todos te marcan un poco. Pero vamos, a mí me sorprendió Beenhakker, por su forma de trabajar y por su manera de enfocar los partidos, que lo mismo le daba en casa que fuera. Nosotros salíamos a ganar en todos los campos.

-¿Antes había más diferencia entre jugar fuera y en casa?

-Lo que pasa es que ahora es diferente. El Madrid y el Barcelona antes también arrasaban porque tenían plantillas muy buenas. Pero luego el Atlético de Madrid, el Valencia, el Sevilla, nosotros... había una diferencia mínima. Madrid y Barcelona eran candidatos a todo como siempre y luego había un grupito que peleaba por detrás entre los que estaba el Real Zaragoza.

-¿Sigue a los equipos en los que ha jugado?

-Sí, sí, y es una pena que en Salamanca no haya fútbol. Ahora hay dos equipos, el Unionistas y el Salmantino, que están en Tercera. Hace unos años desapareció la Unión y no han vuelto a estar en una categoría importante. Tengo muchos amigos allí, estoy cerca, y en cuanto puedo les visito. A Zaragoza hace más que no voy, pero lo sigo también. Es normal.

-¿Ha cambiado mucho el fútbol?

-Ha cambiado bastante, se ha hecho muy profesional. Antes era más de clubs, directivos, jugadores. Para mí muchas de las cosas que ha perdido el fútbol tienen su origen en la llegada de las sociedades anónimas. Antes era diferente, los directivos trabajaban para el club. Luego se metieron por el medio los representantes, llegó la televisión, la publicidad... Algunas cosas eran mejoras pero cambió el fútbol como se vivía antes, que era más del aficionado. El dinero lo ha cambiado todo, más para lo malo que para lo bueno.