Cuneta, cuneta!". Ni pinganillo, ni historias. A grito vivo. Así lo hizo. Ivan Basso cumplió la orden de su jefe, de Alberto Contador; el mismo que estuvo atento con 60 kilómetros para meta cuando vio que el Etixx trataba de cortar el pelotón. Un Etixx que se quedó con las ganas de ganar la segunda etapa con Cavendish, pero que fragmentó la carrera cuando el cielo caía sobre la cabeza de los corredores, de lado a lado de la carretera, como un abanico que da aire de izquierda a derecha. Y cuando ya no hay espacio para colocar una bici de más, es entonces cuando se fracciona el pelotón y pueden empezar a caer minutos. Ayer, 1.28, entre los vencedores (Contador y Froome) y los vencidos (Nibali y Quintana); el resultado de la primera batalla del Tour.

Muy solo estuvo Contador en el Giro en los momentos claves, lo que no impidió la victoria en Milán. Y aunque lleva a cuatro repetidores (Basso, Rogers, Kreuziger y Tossato), ahora mucho más en forma, unidos a los refuerzos del Tour (Benatti, Majka, Sagan, y Valgren), el bloque es compacto y firme, capaz de mantenerse al lado de su jefe de filas. Contador tiene a un Tinkoff potente para aspirar a la victoria en París.

Pícaro y atento estuvo Contador. Fue el ciclista que llevó la iniciativa y hasta el que llamó al orden a Froome y a Tejay van Garderen para que colaboraran. Hizo falta que les recordase que ni Nibali, ni Quintana, ni tampoco los dos compañeros del Tiburón en el podio de París 2014 (Peraud y Pinot) estaban en el corte. Que andaban cortados, como Valverde y Purito, que encima se cayó y se lastimó.

"Sabía-- dijo Contador-- que era una etapa en la que se podía hacer más daño que en una de montaña". Extraordinaria persecución. 60 kilómetros del mejor ciclismo con 24 ciclistas tirando por delante, cuando Froome y Van Garderen comprendieron que Contador tenía razón. Fue la hora de la alianza, en una situación que favorecía a todos ellos.

CANCELLARA, LÍDER Cuando los ciclistas aprovechan las circunstancias de carrera no hay etapa aburrida. No es necesario buscar porcentajes propios de rampas de garaje, apasionantes por otra parte. Basta con que se cierre el cielo-- nubarrones negros como el carbón, viento huracanado y lluvia-- para romper el Tour, a la segunda etapa, con los gregarios entregados a sus líderes, el Tinkoff por delante y el Movistar, Katusha y Astana por detrás.

Y encima, los de delante, con la fortuna como compañera de viaje. Cuando, por detrás, los equipos ya estaban organizados, cuando la diferencia ya había descendido a 40 segundos, fue entonces cuando pinchó Nibali, el Astana se frenó y la distancia volvió a aumentar.

Contador entró en el dique de Neeltje feliz y agradecido a su equipo. "Han hecho un trabajo extraordinario y gracias a ellos he conseguido unas buenas diferencias". Llegó, salió el sol y se apaciguó el viento para celebrar también la victoria al esprint de Greipel y el liderato de un travieso Cancellara, que arañó la bonificación del tercer puesto para vestirse de amarillo.