Lugano, meta de la 17ª etapa del Giro, es una de esas ciudades ciclistas por excelencia, puesto que allí es donde tienen establecida su residencia (buenas carreteras, montaña para entrenar, el mejor clima de Suiza y, por supuesto, menos impuestos) corredores como Alberto Contador y Fabio Aru, primero y tercero de la general de la ronda italiana, quienes junto a Mikel Landa, la auténtica revelación de la prueba, segundo en la clasificación, tal vez vivieron (exceptuando el paseo triunfal del domingo por Milán) la última jornada de aparente calma, rápida, porque no hay descanso, pero sin sobresaltos, sin caídas y con victoria al esprint de quien se ha confirmado como el mejor velocista de la prueba, el italiano Sacha Modolo.

Sin cambios en la general, con un distancia de 134 kilómetros, más propia de un entrenamiento, el pelotón entró en la Suiza de habla italiana tras la espectacular etapa del martes en el Mortirolo, con Contador incuestionable en la primera plaza de la general, pero con el aliciente de ver cómo actuará Landa en las tres etapas de perfil montañoso que ahora aguardan a los corredores del Giro (Verbania, llegada en descenso tras coronarse el Monte Ologno; el viernes, meta en la cima de Cervinia, y el sábado la ascensión final a Sestriere tras el paso por la Finestre con tramos sin asfaltar), un trío de etapas que por pura lógica no deben inquietar al propietario de la 'maglia' rosa.