Hay quien anda con cierta cautela todavía al hablar de las preferencias de la promoción, por aquello de que el asunto, si bien parece encaminado, no está liquidado. El Zaragoza juega el sábado en Palamós ante el Llagostera, un equipo descendido, ciertamente desmoralizado, que hace un par de días dejó una triste sensación en su visita a Leganés. Tiene que cumplir el trámite, no obstante, ante un conjunto que se expresa de manera diferente cuando juega en casa. Ante su afición, en los últimos cuatro partidos, ha sumado dos victorias y dos empates frente a rivales de porte. Igualó frente al Almería (1-1) y el Nástic (0-0), ganó al Oviedo (1-0) y al Córdoba (2-0). El equipo de Lluís Carreras sabe que la victoria le da la cuarta plaza, y con ella los correspondientes privilegios para el playoff de ascenso. Para empezar, jugar la vuelta de la primera eliminatoria en La Romareda y esquivar la suerte de la tanda de penaltis si no se resuelve el combate antes.

El resumen del planteamiento de la jornada asegura al Zaragoza la cuarta plaza en caso de lograr la victoria. También podría mantener esa posición, claro está, si los equipos que le persiguen no mejoran su resultado. En caso de empate, puede ocupar cualquiera de las tres últimas plazas de promoción de ascenso que quedan libres --el Alavés ya está en Primera División y entre el Leganés y el Nástic se jugarán la segunda posición--, en función de los resultados de Córdoba y Girona, los equipos que hoy ocupan el quinto y el sexto puesto. De cualquier modo, un punto en Palamós le garantiza jugar el playoff.

A partir de ahí, las cuentas se enturbian para el equipo aragonés, que se puede ver envuelto en toda clase de perjudiciales empates múltiples, todos a 64 puntos. Los más simples le benefician en dos casos, ante Córdoba y Alcorcón. Le perjudican frente a Girona y Osasuna.

Precisamente los resultados con el equipo catalán y el navarro son el lastre para el Zaragoza al plantear los supuestos triples empates. De los seis casos posibles, en cuatro resultaría el equipo aragonés el peor parado y en otros dos sería el segundo en esas cuentas de tres. El último sería el Córdoba, el otro equipo al que menos le interesa el equilibrio múltiple tras la última jornada. Es decir, que en ningún supuesto empate final contra dos rivales sale el Zaragoza beneficiado. Tampoco en los cuádruples empates, donde en dos casos quedaría como el peor y, en otros dos, como el tercero de los cuatro rivales de la pelea.

Existe incluso una posibilidad de un quíntuple empate, con Girona, Alcorcón, Osasuna, Zaragoza y Córdoba. Exactamente en el orden anterior concluirían en el caso de que se produjera este supuesto. Es decir, el equipo aragonés acabaría la Liga en octava posición. Un punto, solo un punto, le permite olvidarse de cálculos y probabilidades, aunque la verdad está en la obligada victoria, que permite plantear cuáles son las preferencias.

RIVALES Y GUSTOS Hoy en día sería el Córdoba el primer enemigo del conjunto aragonés en la promoción. El equipo andaluz ha recuperado aire en las últimas jornadas, sobre todo en casa, donde pasó un calvario durante meses. Por un lado, es un equipo más alegre, que juega más abierto, aspecto que, en teoría, debe beneficiar al Zaragoza. Además, su estrella goleadora, Florin Andone, no podrá disputar los playoffs al encontrarse con la selección rumana.

Del resto de rivales, el que más agrada es el Alcorcón, al que aplastó no hace mucho en casa. También es el rival más improbable. Del Osasuna hace falta explicar poco. Una eliminatoria en El Sadar y La Romareda sería de alto voltaje. En cuanto al Girona, en general disgusta. Es un equipo en buena dinámica desde hace meses y al Zaragoza se le atraganta su sistema con tres centrales. Claro que la pasada campaña le sorprendió 1-4 en Montilivi tras caer 0-3 en casa, todo un campanazo.

En las conjeturas posteriores habría que saber primero qué equipo logrará el ascenso directo. Todo parece favorable al Leganés, que juega en Miranda. Si cumple, el que debería llegar a la última eliminatoria sería el Nástic, un equipo veterano y correoso, feo, duro. En el vestuario, sin embargo, gusta.