--¿Cómo está David Generelo?

--Cuando salí de Zaragoza, hace ya cuatro temporadas, tuve la posibilidad de venir al Elche. Me siento muy adaptado y contento. Desde que estoy aquí hemos hecho muy buenos años y siempre el objetivo ha sido ascender.

--Llegó a ser capitán ya en su segunda temporada allí. Eso dice mucho a su favor.

--Sí, pero también dice que cada vez tengo más años encima, porque estos cargos se les suele dar a la gente más veterana.

--Y la vida en Elche también tiene que ir sobre ruedas, siendo que lleva cuatro años allí...

--Es una ciudad muy agradable para vivir. Estamos muy contentos, tanto mi mujer como yo.

--Siendo capitán, ostenta el rol de jugador veterano e importante que en su día tuvieron otros cuando llegó tan joven a Zaragoza.

--Llegué con 17 años, en enero del 2000. Estuve primero en el filial y justo llegué para ayudar a llegar al playoff a Segunda. Lo conseguimos pero el ascenso no.

--Muchas cosas han cambiado desde aquel Zaragoza, ¿qué recuerda de sus primeros años?

--Llegando en enero, en julio ya hice la pretemporada con el primer equipo. Imagínese, estamos hablando de que el Zaragoza tenía entonces jugadores impresionantes. Me veía entrenando con leyendas como Aguado, Aragón, Garitano, Paco Jémez... de una calidad y trayectoria espectaculares. Me acogieron espléndidamente. Y de todas esas cosas, ahora que soy el más veterano, me acuerdo y me hacen comportarme igual con los jóvenes, para ayudarles a adaptarse.

--Llegando tan joven, ¿cómo fue la vida durante aquellos primeros momentos?

--Pretendía cogerme un piso con algún compañero de equipo pero al final, como el Zaragoza quería implantar otra forma de que los que llegaran de fuera se relacionasen, me metí en la residencia de estudiantes Ramón Pignatelli. Fue una de las mejores decisiones que tomé.

--¿Debido a qué?

--Me hizo conocer a muchísima gente y tener una válvula de escape, porque si vives con compañeros de equipo siempre está presente el fútbol en tu día a día y hay que saber desconectar.

--Vivir por y para el fútbol desgasta mucho a cualquier edad.

--Claro. Es muy importante tener muy presente que eres futbolista las 24 horas, pero también desconectar, pensar en otras cosas, hablar de otros temas y con gente que no tiene ni idea de fútbol. Ellos no me decían si había hecho buen o mal partido, si iba a ganar o a perder...

--Uno de sus grandes valedores fue Manolo Villanova.

--Llegué joven a una ciudad con muchas posibilidades en cualquier sentido y él tenía que actuar de tutor. Ayudó mucho a enderezarnos a mí y a muchos.

--En una residencia de estudiantes encontraría un mundo diferente, muchas fiestas...

--Allí había de todo (se ríe). Yo cuando tenía que salir, salía, pero siempre siendo consciente de que me había ido de mi casa para ser futbolista. Por eso no podía seguir el ritmo de otras personas.

--Juergas aparte, sería una experiencia muy enriquecedora.

--Me vino genial porque había mucha gente de pueblos y eso me permitió involucrarme con el sentimiento aragonés.

--De aquel joven futbolista, ¿qué le queda ahora?

--Queda mucho. Esos años fueron los que moldearon mi carácter. Zaragoza es una ciudad vital para mí y es una opción fuerte que barajo para vivir cuando me retire del fútbol. De hecho, estoy planteándome montar un restaurante japonés allí.

--¿De dónde le viene esa afición por la comida japonesa?

--Me gusta mucho comer y disfrutar con la comida. Llevo ya un tiempo en el que la comida japonesa me ha fascinado y de mi época en Zaragoza recuerdo que no había muchos restaurantes de ese estilo.

--Su recuerdo de Zaragoza es magnífico entonces.

--Fueron años de muchas sensaciones, una montaña rusa. Dos descensos, dos ascensos, una Copa del Rey, una Supercopa de España, una temporada en UEFA muy buena...

--Aquel curso jugando la UEFA (04-05), puede que fuera su mejor campaña aquí.

--Veníamos de ganar una Copa al Madrid y una Supercopa al Valencia. Pude participar mucho, ayudar con goles y sí, puede que fuera mi mejor año.

--En aquella Copa de la UEFA, consiguió uno de sus mejores goles, ante el Dnipro.

--Lo recuerdo especialmente. Era dudoso que ese partido se tuviera que haber jugado porque cayó un agua espectacular y el campo estaba muy mal. Ellos se adelantaron, empató Savio de falta y en los últimos minutos la enganché de forma espectacular.

--Ahora, ¿qué momento de su carrera atraviesa?

--Mis mejores momentos fueron esos años en el Zaragoza, desde que ganamos la Copa de Montjuic. Ahora, a pesar de notar que voy cumpliendo años físicamente, he mejorado en templanza y experiencia. Atravieso un momento muy bueno con el Elche.

--En una residencia de estudiantes encontraría un mundo diferente, muchas fiestas...

--Allí había de todo (se ríe). Yo cuando tenía que salir, salía, pero siempre siendo consciente de que me había ido de mi casa para ser futbolista. Por eso no podía seguir el ritmo de otras personas.

--Juergas aparte, sería una experiencia muy enriquecedora.

--Me vino genial porque había mucha gente de pueblos y eso me permitió involucrarme con el sentimiento aragonés.

--De aquel joven futbolista, ¿qué le queda ahora?

--Queda mucho. Esos años fueron los que moldearon mi carácter. Zaragoza es una ciudad vital para mí y es una opción fuerte que barajo para vivir cuando me retire del fútbol. De hecho, estoy planteándome montar un restaurante japonés allí.

--¿De dónde le viene esa afición por la comida japonesa?

--Me gusta mucho comer y disfrutar con la comida. Llevo ya un tiempo en el que la comida japonesa me ha fascinado y de mi época en Zaragoza recuerdo que no había muchos restaurantes de ese estilo.

--Su recuerdo de Zaragoza es magnífico entonces.

--Fueron años de muchas sensaciones, una montaña rusa. Dos descensos, dos ascensos, una Copa del Rey, una Supercopa de España, una temporada en UEFA muy buena...

--Aquel curso jugando la UEFA (04-05), puede que fuera su mejor campaña aquí.

--Veníamos de ganar una Copa al Madrid y una Supercopa al Valencia. Pude participar mucho, ayudar con goles y sí, puede que fuera mi mejor año.

--En aquella Copa de la UEFA, consiguió uno de sus mejores goles, ante el Dnipro.

--Lo recuerdo especialmente. Era dudoso que ese partido se tuviera que haber jugado porque cayó un agua espectacular y el campo estaba muy mal. Ellos se adelantaron, empató Savio de falta y en los últimos minutos la enganché de forma espectacular.

--Ahora, ¿qué momento de su carrera atraviesa?

--Mis mejores momentos fueron esos años en el Zaragoza, desde que ganamos la Copa de Montjuic. Ahora, a pesar de notar que voy cumpliendo años físicamente, he mejorado en templanza y experiencia. Atravieso un momento muy bueno con el Elche.