Que Borja Iglesias era un gigante se supo en el primer partido de la pretemporada. Ayer, con sus dos goles, volvió a confirmar que su repertorio es magnífico, que con un centímetro de tela te hace una colección de trajes para el resto de tu vida. Se anticipó como los grandes depredadores en su primer tanto y en el segundo utilizó su pierna de arpón en el mar muerto del área: donde todo el mundo pensó que no había pesca posible, el gallego adivinó un cachalote y estableció el empate. No es sólo cómo define sino también la forma en que cuelga a los centrales de su percha, como si fueran monigotes; o de qué manera hace que quien quiera arrebatarle el balón salga despedido por la bolera al impactar con su cuerpo amurallado. Todo un espectáculo rematador y de ferviente laboriosidad, de generoso esfuerzo con el viento de cara o los tacos del rival sobre la nuca.

A este coloso futbolista habrá que disfrutarlo esta temporada y despedirle con todos los honores porque no tendrá precio al final del curso. Se elevará como jugador en el club que le ha dado la gran oportunidad profesional, pero que no podrá competir en el mercado por retenerle. En ese camino hacia la gloria personal, ya ha logrado siete dianas en once jornadas, las de anoche insuficientes para que el Real Zaragoza ganara. El conjunto aragonés pagó caras sus malas decisiones, sobre todo en defensa, con un Verdasca que desentona casi siempre pese a que en los últimos tiempos haya sido comparado a Enrico Caruso. Cantar canta, pero de otra manera... En el coro desafinado le acompañaron esta vez Christian Álvarez, Mikel González y Ángel, el lateral con serios problemas para desactivar los balones cruzados. Con la retaguardia en ese plan y el centro del campo muy espeso, el Sevilla Atlético se pasó 90 minutos en el recreo, jugando a ganar el encuentro a los mayores, con un candor que le dio para sumar un punto como mucho. No mereció más ni menos.

No fue el partido del Real Zaragoza, que aún en su mala interpretación del guión que exigía esta cita, se sobrepuso para continuar invicto una semana más. Sí de Borja Iglesias, pero no sólo de él. Por la banda derecha circuló un expreso insaciable para erigirse en la mejor y exclusiva vía de comunicación con el goleador. Julián Delmás ofreció las dos asistencias con una actuación sobresaliente, de futbolista que lleva en el oficio varias décadas. Vino para cubrir la baja del lesionado Alberto Benito, un lateral de calidad contrastada, otro carrilero fino. Pero, ¿quién le quita la titularidad ahora al chico? Descarado con sensatez, profundo, buen administrador del balón y pasador de punta en blanco. Benito, cuando regrese, debería ganarse el puesto en una posición que parecía suya sin discusión. Delmás lo está haciendo con una estupenda naturalidad.

Ángel, que parecía intocable, tambien tiene competencia. O debería. Cada vez que Natxo González ha considerado oportuno ofrecerle la calzada zurda a Alain Oyarzun, el vasco no ha estado por debajo del nivel de su compañero. Incluso ha mejorado sus prestaciones. Extremo de los de antes, le sienta muy bien esa reubicación que ilumina bastante más su fútbol, con vistas a todo el campo. No es nada nuevo que atacantes de altísimo nivel hayan sido reciclados con éxito a defensas de largo recorrido casos de Marcelo, Jordi Alba o Gordillo, por poner tres ejemplos. Oyarzun volvió a aparecer como recurso frente al Sevilla Atlético y aportó mucho más, serenidad en la tormenta. Tomó buenas decisiones y desplegó una serie de centros de los que hacen pupa, de esos por los que pagarían una fortuna los cabeceadores, una especie en vías de extinción. El guipuzcoano ha ampliado su repertorio para convertirse en un defensor muy solvente que sube con elegancia en la figura y en el tobillo. Puede que estemos ante el gran descubrimiento de la renovada plantilla. Con permiso de Borja y de la frescura y compromiso de Delmás.