La irregular trayectoria del Real Zaragoza, el preocupante perfil plano que presentó ante el Valladolid y, sobre todo, el Alcorcón, la falta de fútbol o la paupérrima capacidad de gol son solo algunas de las causas que han llevado a Ranko Popovic a ver amenazado seriamente su puesto en el choque de esta tarde en La Romareda ante la Ponferradina, rival y escenario ante el que ahora hace justo un año el técnico serbio comenzó su aventura zaragocista y su estreno en un banquillo de Segunda. Popovic se la juega, es el día de su juicio, y solo le vale ganar para aumentar crédito, para hacer sentir al club que revertir las sensaciones que transmite su gris Zaragoza es posible, que solo necesita tiempo para ello.

A estas alturas es palmario que el club, o al menos una parte importante de él, ha perdido la confianza en Popovic como conductor de la nave que lleve al obligado regreso a Primera. Es verdad que existe un aprecio personal por el serbio en la entidad, pero las sonrisas y el buen trato no ganan partidos. Dicho esto, y aunque en las oficinas de La Romareda también se señalen otros culpables, en la dirección deportiva y en la propia plantilla, lo más lógico habría sido que el entrenador no hubiera llegado hoy a sentarse en el banquillo. Pero ya se sabe que fútbol y lógica no son muchas veces una pareja con buena sintonía. Ya superó Popovic un ultimátum con la victoria ante el Alavés y ahora vive su segundo en solo 15 jornadas de Liga, una clara muestra de la urgencia social y sobre todo económica que tiene el Zaragoza por ascender, unas prisas que devoran buenos momentos a la velocidad de la luz.

A La Romareda le corresponde el papel de juez sin capacidad decisoria. Hace tiempo que un sector mayoritario de la grada no ve con buenos ojos al entrenador serbio, que ni en sus mejores momentos en este curso, cuando enlazó siete jornadas sin perder tras salvar su puesto, contó con el beneplácito de la parroquia. Ni qué decir cuando vienen mal dadas, como ahora. En este sentido, una nueva decepción hoy, todo lo que no sea ganar, aumentará la tensión y disparará el enfado, con Popovic como diana central y víctima, aunque ya se sabe que, una vez expuesto el entrenador, detrás justo andan los dirigentes.

El Zaragoza, a 6 puntos del segundo tras ganar ayer el Alavés y en una categoría tan mediocre e igualada, está a tiempo de todo, pero, consumido un tercio de Liga ya, el momento es importante y no puede dejar escapar el tren. Que la Segunda esté tan pareja hace también más difícil remontar puntos. Con Popovic o sin él, con la alternativa favorita de Vázquez, con el objetivo más lejano e ideal que supone Caparrós... El Zaragoza necesita sacarse esa faz irregular y de casi nulo fútbol y demostrar su candidatura al ascenso. Por historia, por afición, por entidad y también por presupuesto, porque maneja el segundo de la categoría.

Logró Popovic un Zaragoza fiable en defensa que todavía sigue siendo el menos goleado, pero también ha mostrado un equipo al que le cuesta un mundo marcar, ya que acumula tres partidos y 273 minutos sin hacerlo. En siete de las 14 jornadas se quedó a cero, un drama. Para el partido de hoy y para el próximo mes pierde a Hinestroza, que ha amagado más que ha dado, que ha sido más bien poco, y recupera a Diamanka, un jugador clave, que en principio hará que se mantenga el 4-1-4-1 con Jorge Díaz como novedad en las alas.

RIVAL AL ALZA La Ponferradina, enemigo directo la temporada pasada en la carrera de tortugas que se convirtió la lucha por la sexta plaza llega a La Romareda en un buen momento, con siete jornadas sin perder, lo que añade más dificultad a la empresa. No conviene olvidar que el Zaragoza de Popovic ha perdido tres citas ya ante su gente este curso. El equipo de Manolo Díaz ha confirmado ya su candidatura al menos a la promoción. Jugadores tiene para ello, con Basha, posible novedad en el once, de pasado zaragocista, aunque alguno, como Yuri, vaya más allá de ser el ídolo de la grada y el goleador para convertirse a veces en un problema para el técnico. Quizá pague sus gestos ante el Leganés con una suplencia. Djordjevic o él es la duda arriba.

El equipo del Bierzo es mucho más fuerte en El Toralín que a domicilio, ya que no ha perdido en sus tres últimos viajes pero solo lleva una victoria y cinco puntos fuera en esta Liga, y el Zaragoza debe aprovechar esa flojera viajera para sumar un triunfo y volver a acercarse al ascenso directo, tres puntos que harían que Popovic volviera a respirar, con otro ultimátum no demasiado lejano en el tiempo.