1- El objetivo cumplido

Ya lo había dicho Natxo González antes de saltar sobre el terreno de juego: el objetivo del partido pasaba por marcar un gol en Los Pajaritos para tener cierta renta en la vuelta en el feudo zaragocista. Los jugadores, obedientes al director de orquesta, no han fallado y han reproducido el esquema diseñado a golpe de táctica y rigor. A los tres minutos, un gol propio de guardar en videoteca de Zapater se colaba en la escuadra de Aitor. Pero el éxtasis por el gol tempranero, cual estrella fugaz, se esfumo rápidamente de los corazones de los zaragocistas que copaban en el estadio con la réplica materializada en el tanto de Guillermo. El 1-1 en el marcador deja todo por decidir en una Romareda que el próximo sábado se espera que sea el epicentro del fútbol de la futura Primera División Española.

2- Un fútbol táctico

La táctica se impuso en el juego de ambos conjuntos. El partido no era apto para demostrar dotes creativas ni para lucimientos individuales. Ambos conjuntos demostraron sobre el césped lo que está en juego, unos playoff que invitan a desarrollar un fútbol con cabeza, de respeto al contrario, cuidando las líneas defensivas, evitando fisuras y cerrando cualquier espacio que pudiera poner en serios apuros al meta. Los nervios eran el peor aliado y el Real Zaragoza desplegó fuerza pero sin adornos, un fútbol desarrollado pero de contención al mismo tiempo.

3- Cinco minutos frenéticos

Ese guion diseñado sufrió ligeras roturas en los primeros compases. Cuando el reloj no había casi empezado a correr Alberto Zapater ya había adelantado al conjunto zaragocista con un gol de película a tiro de falta al borde del área cometida sobre Papu. La balanza se inclinaba sobre el lado zaragocista. No obstante, no pasaron 30 segundos cuando en una jugada combinada por buena parte de la línea ofensiva numantina acabó en las botas de Unai Medina. El disparo del jugador del Numancia se estampó contra la cepa del poste de Cristian Álvarez, pero esta vez la diosa fortuna cayó del lado de los sorianos. Guillermo, aprovechando la descolocación de la defensa zaragocista tras el rechace, de una forma un tanto ruda, recogió el balón y acaba colándolo en el fondo de la red.

El ritmo de goles invitaba a pensar en un resultado más abultado al término de los noventa minutos. Pero nada más lejos de la realidad. Las idas y venidas que se vaticinaban tan solo fueron una mera ilusión, pues pasados estos cinco minutos no aptos para cardíacos, la cordura se impuso sobre el terreno de juego y ambos conjuntos empezaron a desarrollar un fútbol que aunque con cierto atrevimiento no se acababa de materializar en el último cuarto de cancha.

4- La maravilla de Zapater

Con la finura que le caracteriza, Zapater acomodo el balón y pensó únicamente que este tenía que acabar dentro. No era la primera vez que se encontraba en una tesitura similar, contra el Oviedo y el Huesca ya había demostrado que podía. Frente al esférico se situaba también Papu, pero la grada sabía que la falta era para el capitán. Un golpeo de pelota en perfecta parábola se colaba en la escuadra defendida por Aitor. Una vez más, el ejeano sacaba escuadra y cartabón para colocar el balón donde reposan las telarañas. “Zapater, te quiero”, grita a menudo la afición, y no es para menos, porque más allá de ser la cabeza pensante del conjunto blanquillo, en esta campaña ha desarrollado una nueva faceta: la de goleador.

5- El agujero de Delmás

El flanco derecho ha sido una de las vías de escape del juego del Numancia. En la primera mitad, el despliegue ofensivo numantino transcurría solo por un carril de combate, ese lateral protegido por un Delmás que se ha visto en cierta medida superado y asfixiado ante las internadas de un Marc Mateu por lo general eléctrico. No obstante, en los siguientes cuarenta y cinco minutos, Natxo, consciente del problema reinante y con unos cambios de laboratorio, desplazó a Zapater como protector de ese hueco, dando oxígeno a un centro del campo bloqueado.

6- El penalti a Papu

Los jugadores ya pedían el descanso para refrescarse y reforzar conceptos. La electricidad de los primeros compases se había esfumado y los fusibles que encendían el juego de ambos conjuntos parecían haberse fundido. Sin embargo, en el minuto 40, una caída en el área de Papu volvió a levantar a la grada zaragocista de sus asientos. El georgiano fue zancadilleado por Carlos Gutiérrez. La agresión le hubiera supuesto la segunda amarilla al jugador numantino, pero el colegiado interpretó que el ‘19’ simuló la pena máxima. La polémica estaba servida, pero la realidad es que un desenlace contrario al sucedido podría haber cambiado el rumbo de la eliminatoria para uno y otro equipo. En caso de haberse transformado, el Real Zaragoza descansaría hoy sobre el colchón de los dos goles fuera de casa, mientras que para el Numancia, la visita a La Romareda del sábado le obligaría, más si cabe, a una auténtica lucha titánica si quiere seguir siendo candidato al ascenso a Primera División.

7- Lasure como tiralíneas

La cantera ha demostrado ser durante esta campaña una de las piezas angulares para que el sueño de la Primera División se roce con la yema de los dedos. Uno de esos protagonistas tiene nombre y apellidos: Daniel Lasure. El joven jugador del Real Zaragoza ha vuelto a demostrar durante los noventa minutos su enorme capacidad pulmonar siendo capaz de recorrer todo el carril izquierdo de una manera sorprendente, sin descuidar en ningún momento las tareas defensivas. A sus constantes deslizamientos se suma la madurez que imprime al fútbol zaragocista, siendo capaz de descongestionar el juego, dando salidas y demostrando una visión de juego digna de cualquier futbolista de la máxima categoría.

8- El acierto en los cambios

Natxo era consciente de que las heridas que se mostraban sobre la piel de la defensa zaragocista provenían de un flanco derecho que había que contener para que esa primera hemorragia no se transformara en una sangría imposible de frenar. Así, el técnico vitoriano movió ficha, desplazando a Zapater a ese lado debilitado y dando entrada a un Febas que aportará cierto dinamismo a una medular muerta, donde Eguaras, totalmente bloqueado, no podía dar salida al juego. El ilerdense se hizo dueño y señor de ese centro del campo en los compases últimos, buscando la conexión con Pombo, Borja Iglesias o Lasure y aportando así frescor a un fútbol con carencias.

9- Eguaras, bloqueado

La mayoría de equipos de Segunda División saben que para que el juego del Real Zaragoza se desarrolle con finura, elegancia y sobre todo eficacia el balón tiene que rodar por las botas de Íñigo Eguaras. El Numancia no iba a ser menos y Pere Milla se convirtió en la sombra del mediocentro zaragocista. La falta de huecos para que el esférico acabara en sus botas y de ahí brotara la magia impidieron que la medular se convirtiera en la zona noble donde se alimenta y brota la magia del conjunto aragonés.

10-Borja Iglesias, participativo pero contenido

Durante los primeros cuarenta y cinco minutos, Borja Iglesias volvió a sacar sus dotes a relucir; un fútbol de espaldas, a la media vuelta y contenido, riguroso y tranquilo, pero que pone en serios apuros a la portería adversaria. No obstante, transcurrida la primera mitad, el Numancia le cogió la medida y la escuadra defensiva trasladó el muro de contención alrededor de la figura del gallego.

Así las cosas, el Real Zaragoza salió de Los Pajaritos con un empate valioso que le sirve como renta para proseguir en su escalada rumbo al ascenso a Primera División. La contención y el juego alejado del nerviosismo han sido los mejores aliados para la vuelta el sábado en una Romareda que ya espera vestida con sus mejores atuendos para recibir a los jugadores. La renta es real, pero en muchas ocasiones el fútbol no entiende de números, por lo que el templo zaragocista se convertirá en el escenario de un encuentro bélico en la que se espera que el vencedor luzca en su escudo los colores blanco y azul.