Paseo militar de los Warriors en Cleveland y tercer título de la NBA en cuatro años. Golden State cerró con apabullante autoridad la que había sido una temporada incierta y repleta de altibajos, con 24 derrotas durante la Liga regular. Un nuevo anillo que sirve para confirmar la completa transformación en los últimos años de la que había sido una franquicia modesta, sin un solo título desde 1975, ya por entonces asentada en la Bahía de San Francisco, tras abandonar su hogar fundacional en Filadelfia. Como antes sucedió con los Celtics, los Bulls o los Lakers, esta es la era de los Warriors, un equipo ganador y con carácter.

Y eso es lo que le imprimen a Golden State Curry y Durant, elegido por segundo año consecutivo MVP de las finales de la NBA. Cuando uno duerme, el otro vuela y, aunque han tenido delante a los Cleveland Cavaliers del estratosférico LeBron James en los últimos cuatro años, le han ganado en tres. Parcial de 8 a 1 en estas dos últimas finales. En esta, los Cavs han caído sin una sola victoria.

En este cuarto envite de la serie solo aguantaron la primera mitad. Acabaron desfondados, frustrados y desaparecidos con una paliza ante su público que en algún momento llegó a abuchearles tímidamente. LeBron, que ha de decidir su futuro este verano, jugó con una mano casi rota. Al final 85-108.