Puede rescatar el Real Zaragoza del partido de ayer los últimos 10 minutos, sobre todo los dos goles. Le debe servir el encuentro, no obstante, para reflexionar sobre su condición, para saber que está muy lejos de lo que debe ser en esta temporada en la que solo quiere hablar de ascenso. Ayer se enmarañó casi desde el principio y solo se desenredó al final, cuando el Nástic pensaba que tenía liquidado el partido ante su público. Dorca soltó un zurdazo desde fuera del área en el 83 y el portero le echó una mano; dos minutos más tarde, Ángel enseñó las razones de su fichaje: más rápido, más listo, más atento... Los dos latigazos pusieron el 2-2 en el marcador y permitieron al equipo dibujar media sonrisa, consciente de que su proyecto sigue en pañales, tanto que hay aspectos que no se le pueden analizar hasta que complete su estructura. De momento, la impresión que da es innegablemente mala.

Popovic se decidió de entrada por una alineación inusual, de las que no se verán durante toda la temporada si no aparece una plaga para lacerar el vestuario. Anda el entrenador de pruebas y a veces salen como la de ayer. La primera parte fue simplemente espantosa. En ataque, el mayor peligro lo hizo el Zaragoza en el minuto 1, cuando Ortuño desaprovechó un robo de Pedro, que levantó la cabeza para ponerle un lazo y luego comprobar que el remate del nuevo ariete se iba por encima de la portería. Después, casi nada. Lo más interesante fue alguna internada de Abraham, que percutió con calidad la zona izquierda.

Claro que el equipo de Popovic apenas tuvo presencia en ataque. Ni supo mantener el dominio del balón ni mostró precisión en las salidas rápidas, atascadas incluso por el descuido de sus propios futbolistas. Se perdió en esa suerte de 4-1-4-1 que eligió el técnico serbio y que enseñó algunas de las peores cosas de su equipo. Los centrales, Lolo y Rico, desarreglaron el asunto más de una vez. Bien está que no sea su sitio natural, tampoco es lógico que parezcan dos pipiolos de primera. O sea, de Segunda. Por ahí, por el centro de la defensa, vinieron muchos problemas del equipo aragonés. Wilk no se bastó solo ni a patadas y Dorca y el flojo Diamanka quedaron bien lejos de darle amparo.

En fin, que el Zaragoza fue acumulando errores y frustración conforme pasaron los primeros minutos. En el minuto 7 llegó el primer gol, precisamente en una salida de zona de Lolo que ni Rico ni Bertrán supieron arreglar. Marcó Ferrán y el partido tomó un cuerpo feo, que se fue estropeando cada vez que llegaba una jugada a balón parado, aspecto en el que el Zaragoza sigue de vacaciones. O en la pasada campaña, que no se sabe que es peor. Así, en un córner, le llegaría el 2-0 en el minuto 50.

En fin, que Popovic le dio la vuelta al equipo en la segunda mitad, en lo que pareció un 4-4-2. Rubén y Cabrera mejoraron la zaga, Erik Morán puso más criterio en el centro junto a un buen Dorca, el japonés Aria se acostó perdido a la izquierda y Ángel esperó desenfundado para calmar un partido que estuvo cerca del sonrojó y deja mil dudas.